Una cosa tienen en común la masacre de la discoteca gay Pulse, en la ciudad de Orlando, el 12 de junio de 2016, con una explosión en un parque de Lahore, Pakistán, en donde se congregaba una multitud de cristianos para celebrar la Pascua. Las decenas de víctimas eran civiles.
Personas que en medio de la normalidad de sus actividades se vieron presas de fanáticos sin ningún respeto por la vida del otro.
En 2016 hubo, al menos, 44 reportes de ataques terroristas de diversas magnitudes en varios continentes.
Sin embargo, y lamentablemente, en el mundo occidental tienen mayor repercusión aquellos en países europeos o en Estados Unidos.
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Fue así como en julio la terrible tragedia en Niza, en la que un hombre estrelló un camión contra una multitud se movió más en redes sociales y titulares de la prensa que los 309 muertos y 246 heridos que dejaron dos carro bombas que estallaron en el momento en que una muchedumbre hacía compras para el Ramadán en una zona céntrica de Bagdad.
Los terroristas golpean sin tregua y sin piedad, sin que las autoridades y centrales de inteligencia puedan impedirlo. Así quedó evidenciado en Bruselas y Berlín, casos en los que los atacantes estaban en los radares de las centrales de inteligencia por sus nexos con grupos islamistas pero no se les detuvo a tiempo o sencillamente se les ignoró.
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Pese al avance en inteligencia, comunicaciones y tácticas antiterroristas de las organizaciones del mundo, un loco al volante de un vehículo puede causar una tragedia nacional.
Más preocupante aún ha sido la munición que estos ataques han dado a los grupos xenófobos, especialmente en Europa, en contra de la inmigración y los refugiados. El avance de la ultraderecha en un continente que vivió el Holocausto Judío es preocupante e innegable.
Los miles de refugiados que huyen de la guerra y el hambre en sus países son, lamentablemente, la carne de cañón de los racistas y supremacistas que tienen en la acción de unos pocos fanáticos extremistas la justificación para atacar y maltratar a un colectivo.
No será diferente en 2017, pues lamentablemente no es difícil prever que habrá más muertes y atentados que pondrán a llorar al mundo.
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El terrorismo vivirá mientras haya quienes creen que una religión o una posición política justifican la muerte de otro ser humano.