En ese estado una empresa de helados con 40 años de tradición pasó de hacer 4.000 diarios a tan solo 80 unidades, todo por la falta de electricidad.
Sin electricidad es difícil hacerle frente al calor y mucho más cuando industrias como El Canguro, que venden alimentos refrescantes, lo pierden todo por la falta de electricidad.
“Se nos echó a perder porque son de leche, son lácteos. Los demás los regalamos al pueblo porque no había otra salida”, revela Juan Luzardo, heladero.
Pero los más afectados, sin duda, son los ciudadanos. Marbelis Pereira perdió la nevera y lavadora, que ahora solo son un adorno, pues no tiene dinero para la reparación y mucho menos para comprar nuevos.
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Los racionamientos eléctricos son de 12 horas y hasta más tiempo, lo que impide planificar un plan de choque.
Los pacientes crónicos son quienes tienen la vida en un hilo. En todo este tiempo se ha demostrado que los cortes de energía no solo apagan ciudades, vidas también.
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