El mandatario logró que la Cámara bloqueara, por mayoría, la acusación de corrupción interpuesta en su contra.
La posibilidad de juzgar a Temer como presidente fue rechazada por 263 diputados, frente a 227 que se pronunciaron a favor y dos abstenciones.
Para ser aprobada se requería una mayoría calificada de dos tercios, o 342 de los 513 escaños. En ese caso, el Supremo Tribunal Federal (STF) hubiera examinado el caso y de admitirlo, Temer hubiera sido apartado de su cargo en espera del fallo final.
El presidente salió fortalecido de la prueba, y con espacio para retomar su programa de ajustes, con el cual se propone recuperar la confianza de los mercados, en momentos en que el país emerge de dos años de recesión con 13,5 millones de desempleados.
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Ahora su mayor desafío es la reforma de las jubilaciones, que requerirá de una mayoría cualificada de tres quintos en la Cámara y en el Senado, por tratarse de una reforma constitucional.
En una alocución televisiva tras el voto, Temer afirmó que la Cámara "se manifestó de forma clara e incontestable" y prometió proseguir con "todas las acciones necesarias para sacar al país de su peor crisis económica"
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"Haremos mucho más poniendo nuestras cuentas en orden, de forma definitiva y equilibrada", agregó.
El resultado de la votación demuestra que Temer cuenta con "números suficientes para movilizar a su base para votar reformas importantes", aseguró el analista Gesner Oliveira, de la consultora GO Associados.
Esta crisis se produce menos de 15 meses después de la caída de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, destituida por el Congreso por manipulación de las cuentas públicas y reemplazada por Michel Temer, quien era su vicepresidente.
El dominio de Temer en el Congreso contrasta con su popularidad de apenas 5%, la peor desde el retorno de la democracia en 1985, según un reciente sondeo de Ibope. Un 81% de los brasileños está de acuerdo en que el mandatario sea juzgado, de acuerdo con el mismo instituto.
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Pero hasta ahora las calles no se han movilizado, contrariamente a lo ocurrido durante el impeachment de Rousseff, cuando millones de personas reclamaron en varias ciudades su partida.
Riesgo de nuevas denuncias
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Temer fue denunciado de corrupción pasiva por el fiscal general Rodrigo Janot, después de que a mediados de mayo se divulgaran una grabación y un video.
En la grabación de una conversación entre Temer y el dueño del gigante de la alimentación JBS, Joesley Batista, el presidente parece avalar la entrega de un soborno al encarcelado exdiputado Eduardo Cunha para comprar su silencio.
El video muestra al entonces diputado Rodrigo Rocha Loures, un cercano asesor de Temer, cargando una maleta con 500.000 reales (unos 150.000 dólares). Según la denuncia de Batista, el dinero era parte de un soborno ofrecido al presidente para favorecer los negocios de la empresa.
Temer, del partido PMDB (centroderecha), y sus defensores afirman que la acusación es una "ficción" construida para perjudicarlo y amenazar la reconstrucción del país.
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La oposición acusa a Temer de haber liberado en las últimas semanas cuantiosos fondos para proyectos de diputados vacilantes.
La Fiscalía también podría inculpar a Temer de obstrucción a la justicia y de organización para delinquir.
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Michel Temer ya perdió seis asesores de rango ministerial salpicados por el escándalo Petrobras y tiene a otros ocho bajo investigación del máximo tribunal.
Decenas de legisladores de casi todos los partidos se hallan, además, bajo el foco de la Operación Lava Jato, que investiga una vasta red de sobornos en la estatal Petrobras.
Durante la sesión del miércoles hubo momentos de tensión y se registraron empujones cuando diputados opositores arrebataron, a partidarios de Temer, muñecos que representaban al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) vestido de presidiario.
El ex líder sindical fue condenado recientemente a casi 10 años de cárcel por corrupción pasiva en el marco del escándalo Petrobras, pero apela la sentencia en libertad.
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