Ya es conocida como la sirena ecológica. Es nadadora profesional, tiene 32 años, es inmigrante de Estonia y activista ambiental de los océanos. Se llama Merle Liivand y su nombre ya aparece cinco veces en el libro de los Guinness Récord .
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La más reciente porque batió su propia marca de nado más largo con una monoaleta recogiendo basura del mar. “Es una locura. Mi bolsa está llena. No he estado aquí ni 4 horas, no entiendo. Necesitamos hacer mejor las cosas”, expresó.
Merle nadó un poco más de 48 kilómetros en 14 horas y 15 minutos, al tiempo que recolectó 9 kilos de basura de la bahía de Biscayne, en Miami.
“Había lugares en los que olía como un inodoro y había mucha hierba marina, tuve que abrirme paso como vikingo”, afirmó sobre su travesía.
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Lo que hace única a esta activista de los océanos es que nada con una aleta de sirena sin usar los brazos. No sólo para aumentar su resistencia, además para ganar reconocimientos que le ayuden a promover su mensaje por un mayor cuidado del mar.
“Pienso que tenemos que hacer más. No solo nosotros, cada persona necesita hacer más”, reafirma la sirena ecológica.
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Las personas arrojan al océano miles de toneladas de basura plástica al año, un problema creciente al que Merle se refiere como una "plastdemia" o "pandemia de plástico".
Conchas marinas y anémonas colonizan el "continente de plástico" del Pacífico, según estudio
La cantidad de desechos plásticos que flotan en la superficie del Pacífico son una desagradable imagen, salvo para centenares de especies de conchas marinas y anémonas, que ven allí un lugar acogedor y un buen medio de transporte, revela un estudio aparecido el pasado lunes, 17 de abril de 2023.
Situado en el noreste del océano Pacífico, y descubierto en 1997, el "continente plástico", también denominado "Gran zona de basuras del Pacífico" (Great Pacific Garbage Patch, GPGP), está conformado de un inmenso espacio de desechos (bolsas, botellas, empaques, redes de pesca abandonadas y micropartículas degradadas) que se aglutinan en varias zonas, bajo el efecto de torbellinos gigantes formados por las corrientes marinas. Su tamaño total es calculado en 1,6 millones de km2 o sea más que Perú y Ecuador juntos.
La zona de basuras flotantes interesa a los científicos desde hace años y algunos ya mostraron que puede ser nociva para algunas especies como peces, tortugas e inclusive algunos mamíferos marinos que resultan atrapados ahí y a veces se asfixian.
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Pero para otros organismos, esas zonas pueden convertirse en una oportunidad, muestra este estudio publicado en Nature Ecology and Evolution.
Los investigadores estadounidenses extrajeron muestras de desperdicios en el noreste del Pacífico, entre California y Hawai, y encontraron 37 tipos de invertebrados originarios principalmente de países como Japón, del otro lado del océano.
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Más de dos terceras partes de los objetos examinados contenían especies costeras, especialmente crustáceos, anémonas de mar y espumas denominadas briozoarios.
Estas criaturas pueden propagarse rápidamente alimentándose de capas de mucosidad formadas por las bacterias y las algas sobre plásticos flotantes, muestra el estudio.
En 2012, desechos plásticos "habitados" fueron hallados en las costas norteamericanas, dispersados por el tsunami de 2011 en aguas del noreste de Japón.
Un anterior estudio realizado por el mismo equipo de investigadores en 2021 había advertido que estos habitantes marinos, al integrarse a nuevas zonas, pueden perturbar a las especies que ya vivían ahí. ¿Hasta el punto de volverse invasivos?
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La pregunta es aún pertinente, indicó a AFP Linsey Haram.
"Estas interacciones" entre antiguas y nuevas especies "pueden incluir tanto formas de competición por el alimento o el territorio, e inclusive la depredación".
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Pero son necesarias investigaciones suplementarias para comprender si la llegada de esos colonizadores es "más o menos positiva o negativa".
Si las tendencias actuales en materia de producción y gestión de desechos continúan, podría llegar a haber 12.000 millones de toneladas de desechos plásticos en basureros y en el ambiente natural de aquí a 2050.
Los ministros de Energía y de Medio ambiente del G7, reunidos este fin de semana en Japón, anunciaron que quieren elaborar un "instrumento internacional jurídicamente obligatorio sobre la contaminación plástica" de aquí a fines de 2024, teniendo por "ambición reducir a cero la contaminación plástica suplementaria de aquí a 2040".