Rodeado de su flamante gabinete enteramente masculino de 24 ministros en el Palacio de Planalto, sede de la presidencia, el ex vice de Rousseff devenido en su enemigo ofreció palabras de esperanza a los brasileños y pidió confianza en la capacidad de la mayor economía latinoamericana para superar la peor recesión en décadas.
"Es preciso recuperar la credibilidad de Brasil en el escenario nacional e internacional" y adoptar medidas que corten el gasto público y atraigan inversiones para combatir la elevada inflación y el creciente desempleo, dijo Temer, un astuto y discreto abogado constitucionalista de 75 años, experto en los corredores del poder.
"Gobierno de salvación nacional"
Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil, fue reemplazada por su vice luego de que el Senado decidiera suspenderla por hasta 180 días para someterla a un juicio político, en una interminable sesión que duró casi un día entero.
La exguerrillera de 68 años es acusada de encubrir déficit presupuestarios y engrosar las arcas con préstamos de bancos estatales durante su campaña a la reelección de 2014. Pero se declara inocente y asegura que Temer es "un traidor" que le asestó un "golpe parlamentario".
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En un contexto de elevada politización entre partidarios y detractores del impeachment, el nuevo presidente interino aseveró que "es urgente pacificar la nación y unificar Brasil" y que llevará a cabo un "gobierno de salvación nacional".
Brasil tuvo el año pasado una fuerte contracción de 3,8% del PIB, la mayor en 25 años, y este año el retroceso se anticipa igual o peor. Con un crecimiento cero previsto para 2017, los expertos indican que la mayor economía latinoamericana se encamina a su peor recesión en un siglo.
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Llamado a resistir
Minutos antes de abandonar el Palacio de Planalto, una desafiante Rousseff llamó a la población a movilizarse para defender la democracia.
"A los brasileños que se oponen al golpe, sean del partido que sean, les hago un llamado: manténganse movilizados, unidos y en paz", dijo Rousseff en su despedida, marcando el fin de 13 años de gobierno ininterrumpido de su izquierdista Partido de Trabajadores.
"La lucha por la democracia no tiene fecha para terminar", afirmó con la frente en alto y sin derramar una lágrima.
"Lo que está en juego no es apenas mi mandato, lo que está en juego es el respeto a las urnas, a la voluntad soberana del pueblo brasileño y la Constitución. Lo que está en juego son las conquistas de los últimos 13 años, las ganancias de las personas más pobres y la clase media", añadió en referencia a los programas sociales impulsados por el PT.
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Rousseff se aleja del cargo con apenas un 10% de popularidad, en medio de un escándalo de corrupción que ha manchado a buena parte de la élite del poder en Brasilia. Y se quedará sin inaugurar los Juegos Olímpicos que se celebran en agosto en Rio de Janeiro.
Para destituirla definitivamente, la oposición requiere dos tercios de los votos del Senado (54 del total de 81 miembros). Uno menos que los registrados el jueves, lo cual torna poco probable su regreso al poder.
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Gran parte de su desgaste se debe al megafraude descubierto hace dos años en la estatal Petrobras, que tiene en la mira a decenas de políticos de su PT y a aliados, así como a poderosos empresarios.
La exguerrillera no es blanco de ninguna investigación o acusación por corrupción. Pero tanto socios como rivales son investigados o acusados en este inmenso escándalo que robó a Petrobras más de 2.000 millones de dólares.
Un 61% de los brasileños está a favor del impeachment de Rousseff, pero el proceso es cuestionado porque el Congreso carece de credibilidad: una mayoría de diputados y senadores del Congreso han sido condenados o están acusados de haber cometido delitos en algún momento.
Los mercados apuestan a que Temer pueda cambiar el rumbo de la economía del país. Pero tiene una popularidad bajísima y enfrenta enormes desafíos, casi los mismos que hundieron a Rousseff.
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Gabinete masculino y amigo del mercado
El nuevo gabinete ha arrancado aplausos de los mercados: el expresidente del Banco Central Henrique Meirelles, un ortodoxo que ha trabajado en la banca internacional, será el nuevo ministro de Hacienda; y el economista José Serra, exgobernador de Sao Paulo, estará al frente de Itamaraty, el ministerio de Relaciones Exteriores.
Pero también hay fuertes críticas por la ausencia de mujeres -no hay ni una- y de negros o mulatos, que constituyen el 53% de la población brasileña y porque siete de los 24 ministros están en la mira de la "Operación Lava Jato", la gigantesca investigación sobre la defraufación a Petrobras.
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Los ecologistas han puesto el grito en el cielo por la designación de Blairo Maggi, un poderoso terrateniente conocido como el "rey de la soja", como ministro de Agricultura y Ganadería. Lo acusan de favorecer la tala ilegal de árboles y la deforestación de la Amazonia.
Mientras esté suspendida, Rousseff preparará su defensa desde el Palacio de Alvorada, la residencia oficial. Mantendrá su salario íntegro y tendrá derecho a atención médica, seguridad personal, transporte aéreo y terrestre y a un equipo de funcionarios para su gabinete personal.