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Una bomba camuflada en una lata de refresco habría causado la tragedia del vuelo 9268 de la aerolínea Kogalymavia, cuando viajaba desde Sharm el Sheij a San Petersburgo. En el siniestro, 234 personas murieron. Todas ellas eran rusas.
Según una publicación afín al grupo Estado Islámico, la “bomba entró de contrabando en el avión”, y su objetivo era “mostrar que los rusos y los se alían con ellos no tendrán la seguridad en las tierras y el espacio aéreo de los musulmanes, y que su matanza diaria de decenas de musulmanes en Sham través de sus ataques aéreos sólo traerá más calamidades, y que al igual que ellos matan, serán asesinados, con permiso de Alá.”
El acto terrorista fue reconocido por las autoridades rusas luego de una extensa dilación, que hasta más de una semana después admitieron la franca posibilidad de que no se tratara de un mero accidente.
El acto terrorista prometió ser vengado por el presidente ruso Vladimir Putin, quien afirmó: "No vamos a secar nuestras lágrimas. Esto nos marcará para siempre. Pero esto no nos impedirá encontrar y castigar a los criminales".
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