Topos mexicanos, los héroes que remueven afanosamente la tierra en busca de sobrevivientes

La historia de valor y sacrificio de estos socorristas se remonta a hace 32 años, cuando otro devastador sismo dejó semidestruida la capital del país azteca.
Cuando en 1985 un sismo de 8,1 azotó también el centro de México, surgieron como un grupo de civiles que sin herramientas ni experiencia empezaron a buscar el milagro de salvar vidas.
Su trabajo ha sido reconocido a nivel mundial y han colaborado en desastres ocurridos en los 5 continentes, lo que les mereció una certificación de las Naciones Unidas y aplausos alrededor del mundo.
Ahora, cuando la tragedia pisa nuevamente suelo azteca, vuelven a cobrar protagonismo. La labor que desarrollan, en medio de las ruinas, tiene el único propósito de salvar vidas.
“Es un trabajo prácticamente artesanal, a mano, con cincel, con martillo, con serrucho. No puedes meter maquinaria, porque provocas que colapsen las losas y puedes ocasionar algo muy grave”, cuenta Héctor Méndez, presidente de la brigada de rescate Topos Azteca.
Sus imágenes, armados de picos y palas en sus manos, se convirtieron en una insignia en México. Su trabajo es emblema del servicio a los demás y de la esperanza en medio del dolor.
Los topos aseguran que en medio de la tarea no cuenta el hambre, ni la sed, ni el frio, ni el calor, como tampoco el miedo. Sus manos terminan castigadas por un trabajo inclemente en medio de toneladas de cemento y acero retorcido.
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