Luis Manuel Díaz, más conocido como el Mane Díaz, no es solo el padre del crack de la selección Colombia Luis Díaz. Es un personaje que ha sabido transformar su vida tras un episodio que estremeció al país: su secuestro. Hoy, el Mane es cantante vallenato, influencer, profesor de fútbol y figura pública que brilla con luz propia más allá de la fama de su hijo. Su historia es la de un hombre que se hizo a pulso.“Le voy a cantar, lo digo de corazón, hombre, yo quiero hablar paz a nombre de un acordeón”, cantó el Mane Díaz durante la entrevista con Los Informantes.Este hombre inspirado que improvisa versos con sentimiento no es un juglar vallenato cualquiera. Es el papá de Lucho Díaz, el delantero estrella del Bayern Múnich, pero el Mane ha dejado de ser solo “el papá de” para convertirse en un fenómeno nacional por sí mismo.Su carisma, su talento musical y su historia de superación lo han convertido en una figura mediática que aparece en portales, noticieros y redes sociales. Y él lo sabe."¿Y le gusta esa fama? ¿Le gusta esa atención? Yo pienso que debo de aprovecharla. A mí me ha ido bien con eso. Para mí ha sido una satisfacción, una alegría. que la gente me conozca”, dijo.Más que un padre: un maestro de fútbolEl Mane no solo canta. También enseña. En Barrancas, su natal pueblo en La Guajira, fundó hace 33 años una escuela de fútbol que ha formado a más de mil niños. Muchos lo ven como un segundo padre.“Yo soy un profesor muy exigente. ¿Era diferente con Lucho que con el resto de los niños? A él le exigía más que a los otros niños”, contó.Fue él quien impulsó la carrera de su hijo desde que era un niño. Lo llevó a probarse en el Barranquilla Fútbol Club, luego al Junior, y lo recomendó para la selección Colombia indígena. Hoy, no se pierde ni un partido de su hijo y lo llama apenas termina cada encuentro.Mane Díaz y su faceta como cantante vallenatoAunque siempre fue músico, ahora el Mane Díaz canta en serio. Tiene su conjunto vallenato y se ha presentado en escenarios importantes como el Festival Francisco el Hombre en Riohacha y las fiestas patronales de Salamina, Magdalena."Llegamos con la idea de grabar unos dos, tres temas, pero las cosas pues se tornaron diferentes y queremos, pues ahorita estamos grabando un CD de música completa”, relató.Su música, como su vida, está llena de sentimiento. Canta por la paz, por el amor, por la esperanza. Y lo hace con el corazón de quien ha sobrevivido a lo peor.El secuestro que lo cambió todoEl 28 de octubre de 2023, el Mane y su esposa, Cilenis Marulanda, fueron sorprendidos por hombres armados. Ella fue liberada minutos después. Él, en cambio, vivió 12 días de terror.“¿Cómo le cambió la forma de ver la vida a esa experiencia? Cambia, cómo va a andar uno, qué lugar tiene que andar, con qué personas tiene que estar acompañada. No entendía nada, llegué a imaginar que podía ser un atraco”, dijo.El país entero se unió para pedir su liberación. Marchas, mensajes, campañas. Colombia se volcó en apoyo. Y él lo recuerda con gratitud."¿Usted perdona a las personas que lo secuestraron? Cada vez que sea necesario, lo hago porque uno no sabe hasta dónde va a llegar. Y también tiene derecho a ser perdonado. Al regreso de esa experiencia me quedó otra experiencia, una experiencia muy o más bonita. La gente también demostró el cariño”, dijo.Hace unos meses, el Mane y su esposa dejaron Barrancas, el pueblo donde habían vivido toda la vida. Oficialmente, se mudaron a Barranquilla porque desde allí es más fácil viajar a Múnich, donde vive su hijo. Pero hay otra razón.Después del secuestro y de algunas amenazas posteriores, la familia no se siente tan tranquila en el pueblo. Aunque él prefiere no decirlo en voz alta, el miedo sigue.Un amigo lo traicionó. Un compadre, de cuyo nombre no quiere acordarse, lo vendió a quienes lo secuestraron y lo entregaron a la guerrilla del ELN.“Inmediatamente pensé por qué a mí, por qué a nosotros, nosotros no le hacemos daño a nadie, no le hacemos mal a nadie. Después entendí, el boom de que Luis se fue, cambió su vida, la situación económica de él, entonces ya la gente comienza que tiene plata, que esas cosas, pero bueno, le digo sinceramente, es algo que para mí pasó a la historia”.Antes de ser profesor de fútbol, el Mane trabajó como auxiliar de cocina y se certificó como cocinero profesional. Vendía empanadas con su mamá en las calles de Barrancas. Pero se cansó del fogón y decidió perseguir su sueño: enseñar fútbol.Hoy, además de profesor y cantante, es influencer. Su carisma lo ha convertido en figura publicitaria. Y él lo aprovecha.El hombre que formó a LuchoEl Mane es estricto, disciplinado, riguroso. Así formó a sus tres hijos hombres. A Lucho, el más famoso, le exigía más que a los demás.“Pues yo creo que lo que él tiene o lo que él muestra en estos momentos lo sacó de estas piernas”, dijo.Desde niño, el Mane jugaba fútbol y cantaba vallenato. Fundó un grupo llamado ‘La juventud vallenata’ que tocó en festivales de La Guajira y departamentos vecinos. Compartió tarima con ídolos como los hermanos Zuleta y Rafael Orozco.Quienes lo conocen lo describen como amable, divertido, enérgico. No le gusta que lo llamen por su nombre de pila ni le digan 'señor” porque lo hace sentir viejo.“La actitud es lo que hace uno joven. Yo soy un man muy activo en todo. Me gusta la recoche, el baile, el trabajo”, dijo.Vivió una infancia campesina. Sus padres sembraban café, plátano, guineo y yuca. Él y sus siete hermanos aprendieron a manejar la pala, el azadón y el machete desde niños. Y también a cantar.Hace menos de un año, el Mane dejó de tomar licor. Un dolor intenso en el pecho lo llevó al hospital. Desde entonces, decidió cuidarse más.Hoy, canta, enseña, viaja, graba música, apoya a niños futbolistas a través de la Fundación Luis Díaz y sigue siendo el mayor fan de su hijo.Luis Manuel Díaz, el Mane, es mucho más que el papá de Lucho. Es un símbolo de resiliencia, de alegría, de talento. Un hombre que convirtió el dolor en música, el miedo en enseñanza y la fama en oportunidad.
No cualquiera podía formar parte del Bloque de Búsqueda, ese grupo élite de la Policía Nacional creado en 1986 para atrapar a Pablo Escobar y desmantelar los carteles de la droga. Andrea, antes de su transición de género, fue uno de sus agentes más comprometidos. Durante siete años persiguió al capo más temido de Colombia, mientras libraba una batalla interna aún más compleja: la de su identidad. Hoy, a sus 60 años, vive en Estados Unidos como activista trans, decidida a contar su historia para honrar su verdad y la memoria de quienes no pudieron hacerlo.Andrea Montañez nació en Manizales el 21 de octubre de 1965, en un hogar católico y estricto. Su madre era profesora y su padre oficial de la Policía. Creció rodeada de revólveres de juguete y soldaditos, pero también sentía una atracción profunda por las Barbies de su hermana."Yo tenía miles de revólveres de juguete y soldaditos, pero me mataban las Barbies de mi hermana al mismo tiempo y a veces me imaginaba esas mismas Barbies con las pistolas”, recordó en Los Informantes.Desde muy joven, Andrea supo que algo en ella no encajaba con lo que se esperaba. Se vistió de mujer por primera vez en público durante un reinado escolar, pero la vergüenza y el miedo la acompañaron desde entonces porque para sus compañeros era un juego, pero para ella no."¿Cómo le iba a contar a mis amigos? No, es que quiero vestirme de mujer. ¿Cómo le decía a mi mamá, a mi papá? Sentía vergüenza”, dijo.Así fue su llega al Das y al Bloque de BúsquedaPor sugerencia de su padre, estudió Derecho en el Externado, pero pronto abandonó la carrera influenciada por Miguel Maza Márquez, entonces director del DAS y su profesor de arma criminalística. Así comenzó su vida como agente investigadora.“Siempre soñé con hacerme el personaje de mujer en el DAS, nunca me tocó, lo soñé, pero me tocó disfrazarme de hombre toda mi vida. Hasta que por fin ya me retiré del servicio y no estoy disfrazada en nada. Ahora soy quien soy”, señaló.Durante su tiempo en el DAS, conoció a una trabajadora sexual trans que se convirtió en su informante y amiga. Esa relación fue un punto de quiebre.“Esta muchacha me puso una peluca y le dije, ‘no, esto no puede ser’”, recordó.La mujer fue brutalmente asesinada. “Fue encontrada picadita en pedacitos y la torturaron, la descubrieron. Para mí eso fue cerrar el caso. Yo no puedo hacer esto, olvidémonos de esto, pero cuando decidí salir y empezar a ser quien soy yo, el nombre que tengo es de ella”, dijo.Tras los pasos del capo Pablo EscobarCuando Pablo Escobar se fugó de La Catedral, Montañez fue enviada a Medellín con el Bloque de Búsqueda. Durante siete años trabajó en el grupo élite que lo persiguió sin descanso.“Eran bloques de la Policía y el DAS, digamos que había un grupo máximo de 30 personas. ¿Y qué tan cerca estuvieron? Varias veces cerquitica, pero siempre había corrupción porque el dinero y el miedo era muy grande en Medellín”, relató.La muerte del capo la marcó profundamente. Aún conserva las fotos del cuerpo de Escobar en el tejado y en la morgue.“En ese momento llega la patrulla de levantamiento de cadáveres que era el DAS y yo conocí al fiscal y me subí a las escaleras con él a ver a Pablo. Veo los disparos que recibió y el de la cabeza, no fue ningún suicidio”, recordó.La doble vida y el despertar de AndreaDespués de Medellín, fue enviada a Cali. Ya se había casado, tenía una hija y estaba divorciada. Por fuera era el rudo investigador, pero por dentro, la confusión persistía. “Seguía en esas confusiones”, recordó.Andrea comenzó a llevar una maleta secreta en sus viajes. “Cuando yo viajaba a hoteles casi siempre llevaba la maleta de Andrea. ¿Y qué había en esa maletica? Faldas o ropa, calzones, brasieres”, dijo.Se volvió a casar, tuvo otro hijo y se mudó a Estados Unidos. Allí, en el anonimato, su verdadera identidad empezó a surgir con más fuerza."Compraba ropa y me la ponía cuando viajaba, la tiraba obviamente, eso botaba plata con ropa y porque no podía no podía traérmelo para la casa. Pero un día traje unos calzones en mi maleta, tremenda pelea me armaron y dije, mejor que piense que es una amante que son mías”, recordó.El inicio de su transición de géneroTras recibir el asilo, consiguió sus papeles y comenzó a trabajar en el aeropuerto de Orlando. El 11 de septiembre de 2001 también estremeció su vida. De día trabajaba en seguridad, de noche empezaba a vivir como Andrea.“Ahí ya me afeito las piernas completamente. Entonces ya mi ex empieza a mirar y mi hijo también empieza a ver eso y me empieza a preguntar. Entonces le dije que iba a hacer ciclismo. Y empecé a ir al médico y las hormonas las empecé a tomar, todavía seguía con la doble vida”, dijo.Pero esa doble vida no podía sostenerse más. Salir del clóset se volvió una urgencia.“Andrea se retiró de estar disfrazada y salió quien era. Los dos nacimos al tiempo”.Activismo y voz propiaHoy, Andrea Montañez es una de las activistas LGBTI más visibles en el estado de Florida. Su historia, marcada por el dolor, la valentía y la transformación, es también un llamado a la empatía y al respeto.“El día que tú te empieces a querer tú misma, ese es el día que tienes que seguir luchando por ti”, dijo.A sus 60 años, vive con orgullo su identidad. “Es que yo soy la misma persona siempre”.Y aunque dejó atrás la pistola, su voz se ha convertido en su arma más poderosa.“Yo a veces digo que antes tenía una pistola que me defendía, ahorita tengo una voz más brava que la pistola”, dijo.Con su voz exigiendo respeto por las minorías, ella está dispuesta a contar su testimonio de transformación una y otra vez porque ya no hay nada que esconder.
Durante 30 años, Gustavo León Yepes vivió en las calles de Medellín. Desde muy pequeño su vida estuvo marcada por el abandono familiar y la drogadicción, pero a sus 71 años, desafió todas las probabilidades y se graduó como abogado de la Universidad de Antioquia. Tras contar su historia en Los Informantes, consiguió trabajo en la Defensoría del Pueblo. Hoy, después de superar muchos obstáculos, ejerce la carrera por la que tanto se esforzó.Gustavo creció en el barrio Boston de Medellín, siendo el menor de cuatro hermanos. Desde pequeño vivió con miedo de su padre, un hombre violento y alcohólico que marcó su niñez.“Mi infancia fue muy tormentosa porque mi padre era un hombre adicto al alcohol. Viví con mucho miedo y temor de él”, relató Gustavo a Los Informantes.En varias ocasiones, su padre los sacó de la casa con un revólver. Además del maltrato, Gustavo enfrentó el rechazo de sus hermanos, el desprecio de su hermana y la indiferencia de su madre.Su refugio fueron las drogasLa falta de amor y el ambiente violento lo empujaron a buscar consuelo en las drogas. Comenzó con marihuana, pero pronto cayó en el consumo de bazuco y otras sustancias. La adicción lo llevó a abandonar su hogar y a vivir en las calles de Medellín, donde pasó tres décadas.Durante ese tiempo, llegó incluso a sacar dinero de su familia para seguir consumiendo. Fue expulsado del colegio, aunque logró terminar el bachillerato en el anexo de la Universidad de Antioquia. A los 23 años se inscribió en Derecho, pero solo cursó cuatro semestres en cuatro años, en parte por los paros universitarios.Cuando era habitante de calle su familia lo buscó: su hermana necesitaba un trasplante de riñón. Gustavo decidió donarle el suyo. Se mantuvo sin consumir durante varios días, se sometió a los exámenes médicos y realizó la cirugía.“Al otro día me levanté, me bañé, me vestí y me fui caminando y seguía consumiendo. A los seis meses, mi hermana murió”, recordó.Esto terminó de romper el vínculo con su familia, que lo culpó por lo ocurrido.El primer paso hacia la rehabilitaciónLa transformación comenzó cuando le hablaron del programa Centro Día. Gustavo se acercó y empezó su proceso de rehabilitación. Fue un camino largo, con recaídas y momentos difíciles. Su salud se deterioró: fue diagnosticado con hepatitis y cirrosis, y estuvo hospitalizado más de un mes.Al salir del hospital, tomó una decisión radical: reconstruir su vida y retomar sus estudios. Escribió una carta a la Universidad de Antioquia, explicó su historia y pidió ser readmitido. En 2016, con 63 años y aún habitante de calle, volvió a las aulas.En la facultad se reencontró con antiguos compañeros que ahora eran sus profesores. Varios lo apoyaron con alimentación, transporte y otras necesidades básicas. En medio de sus estudios, enfrentó un cáncer de hígado que lo obligó a cancelar un semestre.Sin embargo, no se rindió. Con esfuerzo y disciplina, logró graduarse como abogado. “Si yo fui capaz con la edad que tengo ser abogado de la Universidad de Antioquia, soy capaz de lo que sea y lo digo con orgullo”, dijo.La entrevista en Los InformantesAunque ya era abogado, Gustavo no conseguía trabajo en su área. Hasta que su historia fue emitida por Los Informantes. La entrevista tocó muchas fibras, una de ellas fue la de Iris Marín Ortiz, Defensora del Pueblo."Después de la entrevista con Los Informantes me empezaron a llamar a varias personas. En la Defensoría del Pueblo me escribieron que me iban a dar un puesto y me pidieron toda la documentación requerida”, contó Gustavo.Finalmente, fue contratado por la entidad encargada de promover y proteger los derechos humanos en Colombia. Para él, este logro representa mucho más que un empleo: es el reconocimiento a su lucha por cambiar."Me alegra mucho, significa tanto que yo a veces no me lo creo. Pues es a mi edad, que una entidad como la Defensoría del Pueblo es un triunfo”, expresó.Un mensaje para quienes creen que ya es tardeHoy, Gustavo tiene un mensaje claro para quienes piensan que los sueños tienen fecha de vencimiento:"El mensaje es que nunca es tarde para nada, nunca. Yo soy una persona que creo mucho en la predestinación, que creo mucho en Dios y yo creo que Dios tiene su momento, que todos hagan el esfuerzo, no hay espacio para decir no nunca”, señaló.Aunque el trabajo requiere mucho conocimiento y adaptación, está decidido a salir adelante:"Ahora sueño con adaptarme bien al trabajo porque requiere mucho conocimiento, mucha habilidad, irme adecuado poco a poco porque no es fácil, pero con la ayuda de Dios y con mi voluntad salgo adelante”, finalizó.
A más de 14.000 kilómetros de Bogotá, un grupo de jóvenes ingenieros colombianos vive una experiencia que les ha cambiado la vida. En Xi’an, una ciudad milenaria en el corazón de China, se preparan para operar el metro que transformará la movilidad de la capital colombiana en 2028, pero antes de ponerlo en marcha, deben enfrentar un choque cultural profundo, desde los baños sin inodoro hasta las clases en mandarín. Esto contaron en Los Informantes.Jessica Berdugo, una ingeniera boyacense de 27 años lleva más de ocho meses en China. Su historia demuestra los retos y aprendizajes que enfrentan los colombianos que hacen parte del programa de capacitación impulsado por China Harbour, empresa que financia sus estudios y que tiene el 85% de participación en el metro de Bogotá.“Un choque cultural que yo tuve, no sé si en otros países saben o si en Colombia saben cómo son los baños en China. Uy, lo primero que me pasó aquí fue el baño, porque no sé, uno está acostumbrado a su baño occidental y no es muy común”, cuenta Jessica.Baños sin inodoro y comida picante: los primeros retosEn China, los baños tradicionales no tienen inodoro. En su lugar, hay letrinas que, según la cultura local, son más higiénicas y saludables. Para Jessica, esta fue una de las primeras sorpresas al llegar.“Afortunadamente en el dormitorio nos acomodaron para que nosotras las niñas tengamos nuestro baño occidental, pero igual es muy raro encontrar en un centro comercial o en un lugar común un baño occidental”, explicó.La comida también ha sido todo un desafío. En los supermercados no hay ingredientes colombianos, y aunque intentan cocinar platos similares a los de casa, el picante es difícil de evitar en los restaurantes.“La comida aquí es picante”, dijo Jessica, quien comparte habitación con otra colombiana en una residencia universitaria a las afueras de Xi’an.De estar desempleada a estudiar en ChinaAntes de viajar, Jessica estaba desempleada y trabajaba en oficios diferentes a su carrera. Su madre encontró la oferta para que ingenieros colombianos estudiaran en China y a su regreso trabajaran en el metro de Bogotá. Hoy, su rutina comienza a las 7:30 a.m. con clases en mandarín, idioma que estudia con mientras se apoya en traductores para entender.La ciudad de Xi’an, que opera 11 líneas de metro, tiene un sistema ferroviario similar al que se implementará en Bogotá. La empresa local es socia del 15% del proyecto colombiano, y sus instalaciones sirven para capacitar a los futuros operadores del metro de la capital.Después de dos días de viaje, Los Informantes llegaron a Xi’an para conocer a Jessica y al sistema de transporte que en los próximos años tendrá Bogotá. Allí también conocieron a Paolo Martínez, otro colombiano que se ha destacado en el programa.Paolo fue parte de la primera generación de colombianos que viajó a China para capacitarse. Su dominio del mandarín en apenas dos años lo llevó a trabajar tiempo completo en el metro de Xi’an, junto a ingenieros chinos.“El baño completamente es un choque cultural, la comida picante”, recordó Paolo, quien ahora participa en la operación y mantenimiento del sistema ferroviario de esa ciudad.En su trabajo debe monitorear las pantallas que permiten detectar fallas en puertas, vagones y otros componentes del metro. La operación es continua, las 24 horas del día, y requiere precisión, disciplina y conocimiento técnico.El metro de Bogotá revolucionará la ciudadLa primera línea del metro de Bogotá contará con 16 estaciones, que tendrán aproximadamente el tamaño de un aeropuerto de una ciudad intermedia en Colombia. Se espera que movilice a más de un millón de personas al día, transformando la dinámica de la capital.Para lograrlo esto se necesitarán profesionales capacitados en sistemas ferroviarios, como Paolo y Jessica. Por tanto, el conocimiento adquirido en China será clave para garantizar una operación óptima y segura.“La idea principal de nuestro proyecto Jóvenes Talento aquí en China, fueron 50 jóvenes seleccionados para venir a estudiar aquí a China con el objetivo de comunicar todo ese conocimiento en nuestro país y que ellos se sientan también capacitados para poder ejercer todo el sistema ferroviario y operacional del metro perfectamente”, afirmó Paolo.El metro de Bogotá contará con 30 trenes, cada uno compuesto por seis vagones con capacidad para 1800 pasajeros. Para mover esa misma cantidad de personas hoy se necesitarían siete biarticulados o 12 articulados de TransMilenio.Un proyecto que partirá la historia de Bogotá en dosDespués de casi 80 años de discusiones políticas, el metro de Bogotá será una realidad en 2028. Su construcción y operación marcarán un antes y un después en la historia de la ciudad, y los ingenieros colombianos que hoy estudian en China serán fundamentales para su operación.
La capital del Tolima continúa con la rotación del pico y placa para vehículos particulares, medida que busca mejorar la movilidad y disminuir la contaminación. La restricción, que comenzó a regir el pasado 1 de julio y se extenderá hasta el 31 de diciembre, cumple esta semana su tercer mes de aplicación.El horario se mantiene de lunes a viernes, entre las 6:00 a.m. y las 9:00 p.m., y aplica sin excepción para todos los vehículos matriculados en la ciudad.Rotación de placas del 15 al 19 de septiembreLunes 15 de septiembre: 0 y 1Martes 16 de septiembre: 2 y 3Miércoles 17 de septiembre: 4 y 5Jueves 18 de septiembre: 6 y 7Viernes 19 de septiembre: 8 y 9El secretario de Movilidad, Ricardo Fabián Rodríguez, recordó que no hay permisos especiales para circular en los días de restricción. Sin embargo, siguen vigentes las llamadas horas valle, que permiten desplazamientos en dos franjas: de 9:00 a 11:00 a.m. y de 3:00 a 5:00 p.m.Estas excepciones están pensadas para facilitar actividades esenciales como llevar a los niños al colegio, asistir a citas médicas o cumplir compromisos laborales.Multas y controlLas autoridades reiteraron que quienes circulen en horarios no permitidos serán sancionados con las multas establecidas en la normativa. El objetivo, insisten, es garantizar un tránsito más fluido y equilibrar el uso de las vías en Ibagué, especialmente en las horas de mayor congestión.LAURA CAMILA RAMOS CONDENOTICIAS CARACOL
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respondió este domingo con un "veremos qué pasa" al ser preguntado sobre la posibilidad de que su país lleve a cabo ataques dentro del territorio venezolano. "Veremos qué pasa. Mira, Venezuela nos está enviando pandilleros, narcotraficantes y drogas. Es inaceptable", declaró Trump ante la prensa en Nueva Jersey, antes de partir hacia Washington. "No nos gusta lo que Venezuela nos está mandando: ni sus drogas ni sus pandilleros. No nos gusta, no nos gusta nada", agregó el mandatario.Sus declaraciones se producen en medio del creciente enfrentamiento entre ambos países, tras el despliegue de ocho buques militares estadounidenses y un submarino en el mar Caribe, bajo el argumento de combatir el narcotráfico. Recientemente, Estados Unidos derribó una lancha que, según sus autoridades, transportaba drogas y a once presuntos miembros del grupo criminal venezolano Tren de Aragua, algo que el Gobierno de Nicolás Maduro ha negado rotundamente, además de condenar el ataque. "Lo que es ilegal es que 300 millones de personas murieran el año pasado por drogas", respondió Trump al ser cuestionado sobre la legalidad de esa operación militar.Por su parte, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, denunció este domingo que Estados Unidos realiza vuelos de inteligencia sobre el país y acusó a Washington de intentar justificar un "plan de amenaza militar e intervención" para "desplazar" a Maduro del poder. El Ejecutivo venezolano aseguró el sábado que un destructor estadounidense "desplegó a dieciocho efectivos con armas largas" y ocupó una embarcación el viernes, donde viajaban "nueve humildes pescadores" que se encontraban en la Zona Económica Exclusiva de Venezuela. En este contexto, el gobierno de Caracas ordenó la movilización de buques, el alistamiento de millones de milicianos y un "refuerzo especial" de la presencia militar en cinco regiones costeras del país.Aviones de Estados Unidos llegan a Puerto RicoEntretanto, al menos cinco aviones de combate F-35 de la Marina de Estados Unidos arribaron a la pista del aeropuerto regional José Aponte de la Torre, la antigua base Roosevelt Roads, en el municipio de Ceiba, en el noreste de Puerto Rico, alimentando la tensión en el Caribe. De igual forma, una aeronave Boeing C-5 de las Fuerzas Armadas estadounidenses se divisó en esa misma base, según reportaron medios locales. Estos aviones se suman al despliegue estadounidense de ocho barcos militares con misiles y un submarino de propulsión nuclear, cerca de las costas venezolanas, bajo el argumento de combatir el narcotráfico.Al recibir esta semana al secretario de Guerra estadounidense, Pete Hegseth, la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, afirmó que su Gobierno "está comprometido en esta lucha contra el narcotráfico" y calificó al presidente venezolano, Nicolás Maduro, como "líder del cartel en Venezuela". Por su parte, Maduro exhortó a González a liderar personalmente una posible "invasión" contra su país, luego de que la mandataria confirmara que Estados Unidos seguirá enviado aviones a la isla como parte del despliegue militar que Washington mantiene en el Caribe.WILLIAM MORENO HERNÁNDEZNOTICIAS CARACOL*Con información de EFE
Se cumple un año de la detención por parte del régimen de Nicolás Maduro de Manuel Alejandro Tique, un ciudadano colombiano que trabajaba para una organización humanitaria en Venezuela. Su familia, en Bogotá, exige su inmediata liberación. Lo que comenzó el 14 de septiembre de 2024 como una visita con fines humanitarios al país vecino se convirtió en la peor pesadilla para Manuel Alejandro Tique y su familia. El ingeniero civil de 33 años, quien trabaja desde 2022 para el Consejo Danés para Refugiados, fue detenido mientras realizaba una misión en el estado Apure, en Venezuela. Según Yann Cornic, director en América Latina del Consejo Danés para Refugiados, Tique fue aprehendido en un puesto migratorio, y desde ese día se perdió todo contacto con él.Su hermana, Diana Tique, relató en Noticias Caracol que a Manuel Alejandro le dijeron que le harían una "entrevista de rutina", tras lo cual fue llevado a una oficina de la Dirección de Contrainteligencia Militar de Venezuela. Posteriormente, se les informó a sus compañeros de trabajo que debían entregar las pertenencias de Tique, pues él quedaría detenido. Un mes después, el régimen venezolano lo presentó públicamente como un "mercenario colombiano". Diosdado Cabello, ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, declaró, sin pruebas, que Manuel Alejandro Tique Chávez "se esconde detrás de vínculos de ONG, pero este caballero es un reclutador de paracos. No está ayudando a nadie, está ayudando a los mercenarios y a los terroristas". Desde entonces, su familia ha perdido completamente su rastro. La única información que han podido obtener, a través de entidades humanitarias, es que Manuel Alejandro se encuentra recluido en una prisión en el país vecino. Diana Tique lamenta la falta de respuestas positivas: "No tenemos información de mi hermano, el gobierno de Venezuela no ha confirmado dónde está, bajo qué motivos lo tienen detenido. No hemos podido contactarnos con él ni darle una asesoría jurídica privada".Este año de detención ha sido una tragedia para su familia. Víctor Manuel Tique, padre de Manuel Alejandro, describió en entrevista con este noticiero el sufrimiento como "una tragedia", pues dice que "la ausencia de cualquier familiar es terrible". Y agregó que la situación se agrava, pues su esposa, madre de Manuel Alejandro, falleció de cáncer unos meses antes de la detención de su hijo. "Es un sufrimiento cada noche, cada día, cada mañana, una oración esperando que en la noche, igual con una oración, podamos tener alguna respuesta del gobierno venezolano y las gestiones que haga el Gobierno colombiano", expresó el padre.Manuel Alejandro no es el único en esta situación. Otros 37 colombianos se encuentran detenidos en Venezuela, acusados de ser mercenarios y pertenecer a organizaciones ilegales. Hoy, un año después, sus familiares ruegan por su pronta liberación.Víctor Manuel Tique, con voz de esperanza y lucha, envió un mensaje a su hijo: "Decirle que aquí lo estoy esperando, esperando que salga bien de allá y que el gobierno pueda hacer algo. Aquí estamos luchando por eso". La familia continúa acudiendo a las entidades de Colombia, ya que las comunicaciones con Venezuela no han obtenido respuesta.NOTICIAS CARACOL
Hay expectativa por la decisión de Estados Unidos frente a la lucha antidrogas en Colombia. Nuestro país enfrenta el fantasma de la descertificación, entre récords de incautaciones de cocaína, la caída en la erradicación y la presión del país norteamericano por un cambio. Y es que recientemente las tensiones diplomáticas entre ambos países alcanzaron un punto álgido, cuando Colombia y Estados Unidos amenazaron con retirar temporalmente a sus embajadores como muestra de reproche mutuo. El drama transcurrió entre amenazas y la incertidumbre de la decisión anual de la certificación antidrogas, de la cual Colombia pende de un hilo y revive fantasmas del pasado.Las descertificaciones de 1996 y 1997 dejaron cicatrices. La crisis política del Gobierno del expresidente Ernesto Samper tras el proceso 8.000, que reveló la entrada de dinero del cartel de Cali a su campaña presidencial, hizo que la Casa Blanca, bajo la administración de Bill Clinton, retirara la certificación y endureciera las medias diplomáticas bajo el argumento de que el Gobierno Samper carecía de credibilidad frente al narcotráfico. "Cada uno tiene una responsabilidad. Que si queremos reducir, ojalá acabar el problema de las drogas, tiene que haber un diálogo, una concertación entre los que consumen la droga, que pagan por ella, y los que finalmente ofrecen el producto final", afirmó Camilo Reyes, excanciller y exembajador de Colombia en Estados Unidos.Un año después, la descertificación se repitió, según Estados Unidos, porque Colombia seguía con un papel poco determinante en la lucha contra las drogas.Recientemente, durante el Gobierno del expresidente Iván Duque la certificación estuvo condicionada, es decir la ayuda internacional estuvo sujeta a estricta vigilancia y subordinada a compromisos relacionados con la extradición o la erradicación. Andrés González, exembajador de Colombia ante la OEA, señaló que "hay que obrar entorno a la inteligencia diplomática y no de las vanidades. Por eso lo importante del Plan Colombia, o del plan Paz, de los grandes acuerdos entre Colombia y Estados Unidos para enfrentar ese enemigo enorme que es el de la delincuencia transnacional y organizada".Colombia puede enfrentarse a su tercera descertificación que afectaría los niveles de cooperación y confianza bilateral. Este año la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito ha puesto sobre la mesa un informe incómodo, que señala que Colombia concentra el 67% de los cultivos mundiales de coca y en 2023 su producción se disparó un 53%. Sin embargo, la administración del presidente Gustavo Petro se defiende y dice que en 2024 incautó 960 toneladas de cocaína."En la medida en que la producción de droga aumenta en el país, que es lo que ha venido ocurriendo en Colombia, pues las probabilidades de que las incautaciones suban son muy grandes. Entonces uno no puede simplemente limitarse a demostrar que sí están incautando más cantidades de droga o más tonelada de droga porque lo que uno está ocultando ahí es que se está produciendo más toneladas de droga, entonces no realmente un buen resultado", afirmó Yesid Reyes, exministro de Justicia.La erradicación forzosa, considerada clave para la Casa Blanca, se desplomó. Hasta julio de 2025 solo se habían erradicado 3.636 hectáreas, muy por debajo de la meta de 50.000. Ad portas de la decisión del gobierno de Estados Unidos, el presidente Petro recientemente puso sobre la mesa volver a la aspersión aérea."Sería un gran error. Perjudicaría al pueblo de los Estados Unidos y en Colombia, las mafias en Colombia, las mafias internacionales están creciendo, se están organizado y hay que enfrentarlas. Y para enfrentarlas hay que estar unidos, sería insensato. Aquí lo que necesitamos esfuerzos comunes en inteligencia, en las fuerzas militares en la policía y en las zonas donde hay economías alternativas", consideró Andrés González, exembajador de Colombia ante la OEA.Se estima que Colombia por cuenta de una eventual descertificación podría perder cerca de 210 millones de dólares anuales en cooperación, ademas enfrentar bloqueos crediticios en organismos multilaterales y aranceles.Camilo Reyes, excanciller y exembajador de Colombia en Estados Unidos, explicó que "las consecuencias de la desertificación terminan afectando a la parte sana de la economía, acaban afectando es o por tarifas o por impedimentos, o por desplazamiento de la gente, o porque se afecta a la industria Colombia, las exportaciones colombianas, cualquiera de esas decisiones lo que hace es darle duro a la parte sana de la economía".El país aguarda ahora el veredicto de la Casa Blanca. De este dependerá la continuidad de la cooperación internacional en temas de seguridad, paz, desarrollo y la estrategia antidrogas.NOTICIAS CARACOL
La colombiana Emiliana Arango, que jugó todo el partido con un malestar gastrointestinal, perdió este domingo la final del Abierto de Guadalajara ante la joven estadounidense Iva Jovic, de 17 años, quien conquistó su primer título en la WTA. Tenista más joven del Top-100 mundial, en el que ocupa el puesto 73, Jovic se impuso a Arango, 86 en el ranking de la WTA, en una hora con 35 minutos en la pista dura del Complejo Panamericano de Tenis.La originaria de Torrance, California, ganó su primer título en el tour de la WTA a los 17 años y 282 días, uno de un torneo de categoría 500 y que repartió un millón de dólares en premios.La tenista de Medellín, de 24 años, también buscaba su primera corona en el circuito, pero, muy diezmada físicamente, perdió su segunda final del año, tras sucumbir en el WTA 500 de Mérida en marzo.A diferencia de las rondas previas, cuando los partidos se jugaron con clima fresco y amenaza de lluvia, el juego por el título comenzó a disputarse bajo una temperatura de 27 grados centígrados. Con velocidad en la pista y tiros profundos, la estadounidense fue la primera en poner en peligro el servicio de su rival. En el cuarto juego, la colombiana salvó un par de puntos de quiebre en contra para mantener la igualdad 2-2.- Resistencia al límite -A partir del sexto juego, Arango no pudo disimular su malestar físico. Se le vio fatigada y con dificultad para respirar, caminar y acompañar las jugadas. Vigorosa, la estadounidense aprovechó para lograr el primer quiebre y tomar ventaja (4-2).La antioqueña aprovechaba cada fin de punto para intentar recuperarse, recargándose sobre la raqueta. Aun así, consiguió un triple break point, que aprovechó en la tercera oportunidad para acercarse 4-3, pero luego sufrió otro rompimiento y cedió la primera manga en 53 minutos.A pesar del evidente problema físico, Arango no solicitó ninguna atención médica, sino hasta el arranque del segundo set.La raqueta de Medellín hizo alarde de su coraje y obligó a la californiana a levantar tres puntos de quiebre en el inicio de la segunda manga.Jovic rompió el servicio de Arango y tomó ventaja con el 2-0. El sufrimiento de Arango iba en aumento, incluso vomitó a un costado de la pista, pero aun así logró el quiebre (2-1). Fue entonces cuando por fin recibió atención médica.La colombiana recibió la anuencia del doctor que la revisó y decidió seguir en pie de lucha. Arropada por la afición local, Arango ganó algunos puntos con tiros certeros, pero sin poder desplegar su movilidad habitual.La Federación Colombiana de Tenis publicó un comunicado, con autorización de la familia de la jugadora, sobre el estado de salud de la deportista, quien había presentado inconvenientes un día antes de la final. Fue cuestión de tiempo para que la norteamericana se adjudicara el campeonato y se convirtiera en la quinta tenista que gana su primer título en 2025.Más temprano, en la final de dobles, la rusa Irina Khromacheva y la estadounidense Nicole Melichar ganaron el título al vencer a la mexicana Giuliana Olmos y la indonesia Aldila Sutjiadi por 6-3 y 6-4.