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El acoso escolar o bullying es una problemática que trasciende las aulas y afecta profundamente la salud mental y el desarrollo emocional de niños y adolescentes en Colombia.
Ante la sospecha o confirmación de una situación de hostigamiento, la reacción de los padres y cuidadores es determinante. Los expertos señalan que, si bien la atención se centra en el agredido, quienes ejercen el bullying también requieren atención profesional urgente.
Los profesionales indican que el acoso escolar es una forma de violencia que deja graves consecuencias tanto en las víctimas como en el agresor. El bullying puede generar o agravar trastornos como:
La doctora María Fernanda Bonilla, médica psiquiatra infantil de la Clínica Montserrat, insiste en que abordar únicamente a la víctima deja incompleto el panorama de solución.
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“Es muy importante identificar a estos niños —quienes ejercen el acoso— ya sea en el colegio o en el hogar, y consultar por psiquiatría infantil. No para justificar la agresión, sino para entender qué hay detrás. El objetivo es descartar diagnósticos, tratarlos y prevenir que la violencia escale o se cronifique”, explica la especialista.
Según la doctora Bonilla, varios factores pueden estar asociados a la conducta agresiva:
En Colombia, el enfoque institucional suele ser sancionatorio (reportes disciplinarios, citaciones, suspensiones). Aunque son necesarios, estos mecanismos no reemplazan el acompañamiento terapéutico.
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“El tratamiento debe ser psicoterapéutico y sostenido: mínimo un encuentro semanal durante seis meses. La terapia debe trabajar habilidades socioemocionales, regulación emocional, resolución de conflictos, y la relación con padres y cuidadores”, explica la especialista.
Una atención integral evita que la violencia continúe, interviniendo este tipo de situaciones desde la raíz. Ignorar esta dimensión puede volver el patrón más peligroso, tanto en la adolescencia como en la vida adulta, pues el bullying no se resuelve solo con castigos, sino con diagnóstico, tratamiento, acompañamiento familiar y seguimiento clínico.
Ante el aumento de la demanda de servicios de salud mental para niños y adolescentes, instituciones referentes como la Clínica Montserrat han fortalecido sus unidades de atención infantil y juvenil. Contar con equipos interdisciplinarios y tratamientos basados en evidencia no solo mejora el bienestar emocional, sino que permite intervenir de manera oportuna situaciones que podrían tener un impacto profundo en el desarrollo de los jóvenes y sus familias.