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La extraña desaparición de María Camila Díaz Grajales en México ha encendido las alarmas sobre el creciente y alarmante fenómeno de la trata de personas que afecta a decenas de connacionales en ese país. Esta joven de Medellín, que viajó a la capital azteca en busca de una promesa de "fortuna", habría caído directamente en manos de una poderosa red internacional. Su ausencia, registrada desde el pasado 26 de febrero, refleja un drama colectivo que se suma a la lista de colombianos desaparecidos en México.
Los Informantes habló con la hermana mayor de la joven, quien describió el hecho como una tragedia familiar para la que aún esperan respuestas.
María Camila Díaz tenía 24 años al momento de su desaparición y era la menor de cinco hermanas. Su hermana mayor, Cristina, de 38 años, quien asumió el rol familiar tras el fallecimiento de sus padres, la describe como la “más loquita, la más extrovertida, la más chispita, como le decíamos nosotros”.
Antes de emprender el viaje a México, Camila llevaba una vida independiente, residía sola desde octubre del año anterior y estaba a punto de terminar sus estudios de Mercadeo. Paralelo a su formación académica, trabajaba en agencias de publicidad, enfocándose en la promoción de eventos o productos.
El perfil de las víctimas que suelen ser reclutadas por estas redes corresponde, en su mayoría, a jóvenes atractivas, independientes e incautas, a quienes resulta fácil envolver con promesas de grandes sumas de dinero.
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La incertidumbre generada por la desaparición es el aspecto más doloroso para la familia, según relató Cristina, quien expresó: “Esto es lo más doloroso que puede vivir una familia, lo más doloroso por el tipo de incertidumbre, porque es que vos no sabes si está viva, si está muerta, ¿qué hago? ¿Le hago duelo? ¿No le hago duelo? ¿Sigo insistiendo?”.
Los días previos a la partida de Camila hacia México fueron sorpresivamente rápidos y carentes de cualquier señal de preparativos. Un día, a las 5 de la tarde, Camila le dijo a su hermana: “Me voy ahora en la noche para México”. Era la primera vez que saldría de Colombia.
Inicialmente, intentó justificar el viaje como un compromiso profesional, diciendo que “la agencia de marketing en la que estoy trabajando nos va a llevar a México a impulsar a una marca de whiskys por un mes”. Cristina, quien sospechó de inmediato, no creyó la versión.
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Ante la insistencia, Camila confesó una versión diferente: “Te voy a decir la verdad y es que me voy a trabajar a un restaurante por un mes. Varias amigas de la universidad lo han hecho. Nos pagan propinas en dólares, entonces por eso es la diferencia”.
Con esta explicación, Cristina lanzó una advertencia directa por la peligrosidad de la situación: “Camila, eso es trata de personas”. Pese a ello, la joven no desistió y finalmente viajó, llegando a Ciudad de México el 7 de diciembre.
Uno de los indicios de la irregularidad del viaje fue la ruta de ingreso que le gestionaron, al parecer, a la joven le compraron tiquetes hacia un aeropuerto secundario de México, el AIFA, ubicado a una hora de Ciudad de México.
La alerta sobre la desaparición de Camila se activó aproximadamente un mes y medio después de su llegada. El novio de la joven en Medellín llamó a Cristina un viernes 28 de febrero manifestando gran inquietud: “Estoy muy preocupado porque hace dos días no hablo con ella”. Cristina había hablado con su hermana por última vez el 26 de febrero. El novio insistió en la anomalía: “Nosotros sí hablamos todos los días. Y por eso me parece extraño que ella no me responda”. Desde ese momento, la familia de Camila no volvió a saber nada de su paradero.
Asimismo, los familiares de Camila consideran sospechoso el rol de su novio. Aunque fue él quien alertó sobre su ausencia, posteriormente se reveló que, mientras ella estaba en México, le habría hecho giros “millonarios” de dinero. “No sé realmente si él sabía desde un principio a qué iba a Camila. Eso a mí me causa mucha curiosidad. Es decir, como me dice ‘Ella está sufriendo, está llorando’, pero aun así yo me quedo muy campante en Colombia recibiendo el dinero”, reveló Cristiana, asegurando que fueron “más de 30 millones de pesos”.
Tras interponer la denuncia por desaparición en la Fiscalía General de la Nación en Medellín, Cristina, administradora de empresas, asumió el rol de investigadora del caso y decidió viajar a México a finales de marzo, al no tener certeza de cómo iban las investigaciones en Colombia.
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Llegó a Ciudad de México sin conocer, “con la esperanza nada más de buscar, de encontrar, de tener noticias y de hacerse presente ante las autoridades”. En la capital azteca, contrató a un abogado y, a través de sus propias pesquisas, pudo reconstruir los últimos pasos de su hermana.
El último registro en cámaras de Camila se observa el 26 de febrero, a las 3:38 de la tarde, cuando sale de su residencia y toma un Uber con destino al Hotel Radisson. Sin embargo, en el hotel Cristina encontró serios obstáculos para la investigación: las cámaras de seguridad ya no tenían registros, pues, según el personal, las grabaciones solo se conservan por siete días. Además, la minuta de visitantes del hotel también desapareció.
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Cristina lamenta que la falta de celeridad al comienzo de la investigación haya sido crucial: “Si hubiera actuado desde un principio donde se generaron las denuncias, pues seguramente Cami estaría con nosotros”.
Las pistas recolectadas por Cristina apuntan a que su hermana fue reclutada por una firma dedicada a someter a mujeres jóvenes a explotación sexual. Detrás de este crimen, hay una empresa o agencia que coordina la llegada de mujeres desde el exterior para explotarlas en México, ofreciéndolas en una página web.
Cristina identificó dos plataformas clave: Zona Divas, una plataforma en la que mujeres eran “promocionadas para ofrecer servicios sexuales”, y La Boutique VIP, descrita como el reemplazo de Zona Divas para seguir haciendo la misma actividad, prestar servicios sexuales de mujeres o acompañantes. El cambio de nombre se habría dado porque en “Zona Divas varias personas han resultado sin vida”.
Ignacio Antonio Santo Cervantes, alias ‘El soni’, fue identificado como el líder de Zona Divas. Aunque fue detenido y sentenciado a 29 años de cárcel por reclutar mujeres en Latinoamérica para explotarlas sexualmente, la justicia mexicana revocó su condena en 2021 por insuficiencia de pruebas.
El caso de Camila Díaz no es un hecho aislado, sino parte de algo que se está “sistematizando” en México. Las cifras del fenómeno son alarmantes, pues México tiene 124.000 desaparecidos, registra 30 desapariciones diarias, y hasta la fecha se han descubierto 5.600 fosas clandestinas en el país.
En 2025, se han registrado 77 casos de colombianos desaparecidos en ese país, de los cuales 38 aún permanecen sin localización. Es tanta la angustia que Cristina desearía que su tragedia se tratara al menos de un secuestro. “Hasta el momento, silencio absoluto”, relató.
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En entrevista con Los Informantes, el cónsul de Colombia en Ciudad de México manifestó la preocupación por la situación de los connacionales, señalando que el caso de Camila requiere una "articulación especial entre autoridades" debido a detrás hay una "poderosa red de trata".
*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Los Informantes.