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Pacific Drive sorprendió en 2024 por convertir un station wagon viejo en protagonista absoluto. No era un survival cualquiera ni un juego de conducción convencional: era una mezcla extraña que funcionaba. Con Whispers in the Woods, su expansión más grande hasta la fecha, el estudio cambia las reglas de nuevo. El DLC abre una zona completamente nueva, suma ocho a 12 horas de contenido adicional y propone una experiencia más oscura, más impredecible y mucho más hostil que lo visto en el lanzamiento original.
Lo interesante es que este contenido puede disfrutarse tanto con una partida avanzada como apenas una hora después de empezar la campaña. El nuevo mapa funciona como un “mundo paralelo” dentro de la Olympic Exclusion Zone, con su propio progreso, sistemas y rutas. Es una expansión robusta que no busca rellenar, sino darle un giro completo a la forma en que entiendes y manejas tu carro.
El acceso al nuevo contenido llega temprano en la campaña. Luego de completar una de las primeras misiones, el garage —ese refugio que siempre se siente como casa— aparece iluminado solo por velas rojas. Un altar misterioso ocupa la sala lateral, y una voz desconocida por radio te empieza a hablar del bosque y de algo llamado “The Fellowship”. Desde ahí se activa el Whispering Chart, un mapa que se coloca en una nueva máquina y que transforma por completo la interfaz de rutas habitual.
Este nuevo mapa es independiente del del juego base. Al principio solo ves unos pocos nodos, pero avanzar depende de ir desbloqueando cintas de audio. Cada cinta abre un recorrido específico, y al completarlo obtienes otra cinta y más rutas disponibles. Es un ciclo de exploración y progresión que reemplaza la estructura tradicional sin perder el ritmo de Pacific Drive.
Las cintas narran la historia de Jack, un joven atrapado entre ARDA y The Fellowship. Más que expandir la ciencia detrás de la Zone, este contenido se mete en lo humano, lo ritual y lo oculto, mostrando las consecuencias de crecer dentro de un experimento gubernamental convertido en desastre.
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Fuera del garage todo se siente extraño. En el juego base, recoges recursos, encuentras energía y al final huyes hacia una columna amarilla antes de que la zona colapse. En Whispers in the Woods, esa dinámica no existe. No hay carreras contra el cierre, no hay acelerones desesperados; hay algo peor: el Tide.
En la esquina superior izquierda aparece esta barra que se llena constantemente. Su velocidad depende de tu “sinergia”. Aquí entran en juego los attuned parts, versiones especiales de cada pieza del carro (crude, steel, insulated y demás). Usarlas aumenta tu sinergia, pero para fabricarlas necesitas materiales también attuned… que solo se consiguen dentro del bosque. Esto separa las economías: el progreso del DLC funciona con un árbol de recursos completamente diferente al del juego base.
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Es una decisión arriesgada, pero bien pensada. Permite empezar el contenido del DLC temprano sin depender de tener un carro súper armado, porque todo lo que importa en el bosque proviene de sus propios materiales.
El bosque está lleno de altares, y son la columna vertebral del nuevo sistema. Algunos te dan piezas gratis, lo cual siempre se agradece. Otros te entregan artefactos, objetos que parecen bendiciones pero funcionan más como maldiciones creativas.
Las ventajas pueden ser útiles, como aumentar la potencia del motor cuando apagas las luces. Otras son simples molestias, como el pito sonando cada vez que cierras el baúl. Y algunas son peligrosas: descargas eléctricas si no estás sobre agua, por ejemplo. Cada artefacto reduce tu sinergia, por lo que el Tide avanza más rápido. Es un sistema que premia lo arriesgado y castiga lo acumulado.
Los altares también sirven para sacrificar artefactos a cambio de recompensas importantes: materiales attuned, piezas nuevas o acceso al pilar azul, la nueva forma de regresar al garage. A diferencia del juego base, aquí no hay timer ni colapso. Pero la tensión sigue ahí porque cada minuto en el bosque aumenta la probabilidad de que todo te salga mal.
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Pacific Drive nunca fue un juego de terror… pero siempre coqueteó con él. Carreteras a oscuras, sonidos raros, sombras que se movían en los árboles: había atmósfera. Whispers in the Woods decide abrazar ese lado y llevarlo al extremo.
El nuevo bosque es más denso, más ruidoso, con brumas que parecen vivas y voces que se cuelan por la radio. La sensación no es de “susto”, sino de presión constante. Es un horror que viene del sistema, no de un jumpscare.
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El mapa está lleno de anomalías nuevas y más agresivas. Los Tourist Traps aparecen en cadena, los Gloomy Pockets patrullan con sigilo, el Highwayman toma el rol del Abductor y te sacude el carro sin misericordia. Pero el enemigo que realmente marca la diferencia es el Hooligan, una variante del Tourist que funciona como un “ángel llorón”: si lo miras, actúa pasivo. Si te volteas, te golpea sin pensarlo. Da risa y miedo al mismo tiempo, una mezcla que le queda perfecta al juego.
A nivel técnico, el DLC aprovecha el estado actual del juego, que ya ha corregido la mayoría de problemas de rendimiento del lanzamiento original. Manejar, reparar y sobrevivir se siente más fluido. La expansión no añade contenido al árbol tecnológico, pero sí permite progresarlo usando recursos del bosque.
También se añade un refinery, capaz de convertir artefactos en materiales útiles o enseñarte nuevos planos si consumes una pieza attuned. Es una forma práctica de darle valor a todo lo que encuentras, aunque también introduce un problema: el intercambio de recursos es lento y repetitivo, sobre todo con el Harmonizer.
La gestión de inventario también se vuelve un dolor de cabeza porque el juego te fuerza a tener dos tipos de materiales completamente separados. Avanzar sin los pneumatic lockers es una tortura.
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Aunque la expansión es sólida, hay bordes ásperos. La falta de guía puede ser frustrante, especialmente cuando el juego no deja claro qué ruta o qué acción desbloquea el siguiente paso. Y aunque el nuevo contenido es extenso, muchos de los recursos que encuentras no sirven para fabricar lo que necesitas en esta zona, lo que obliga a reciclar constantemente piezas y artefactos.
A pesar de eso, el ritmo es adictivo. El bosque te atrapa, y la capacidad de alternar libremente entre el mapa del DLC y el del juego base es una de las mejores decisiones del estudio. Si quieres susto, lo hay. Si quieres explorar, también. Si te gusta sobrevivir con un carro al borde del colapso, este DLC está hecho para ti.
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Whispers in the Woods sigue una tradición exitosa de expansiones de tono oscuro para juegos que no son de terror. No tiene la vibra desenfadada de Undead Nightmare, pero sí el enfoque introspectivo y casi ritual de Echoes of the Eye. Mientras Pacific Drive base jugaba con las sombras, el DLC las convierte en protagonistas.
Es un contenido que respeta la esencia del juego, mientras empuja sus límites hacia lo desconocido y lo incómodo.
Whispers in the Woods no es un agregado cosmético ni un capítulo ligero. Es una expansión que reformula la manera de jugar Pacific Drive, que retuerce sus sistemas y expone un lado más siniestro de la Zone. Puede ser frustrante, puede ser confuso y en ocasiones te hará extrañar la claridad del mapa base. Pero también es uno de los contenidos más atmosféricos y creativos que hayan sacado para un juego de conducción-survival.
Si te gustó Pacific Drive por su mezcla única de conducción, exploración y tensión, este DLC es una parada obligatoria. Si lo dejaste botado hace meses, es el mejor motivo para volver, encender la radio y dejar que el bosque te hable.
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