Iniciativa, con 180 voluntarios, fue testigo de cómo víctimas y victimarios pueden trabajar y ayudarse mutuamente bajo la premisa de reconciliación y respeto.
Hernán, el mamo del cacao, sabe que el producto que cultivan los arhuacos es único y que su almendra blanca es insuperable.
“Este no es un producto como un alimento simple sino como un mensaje para que la gente se concientice de cómo vivir con la naturaleza, y al consumir chocolate se darán cuenta cómo puede vivir para no dañar ese equilibrio” Hernán Villafania Crespo, mamo del cacao.
Y así se lo contó a los 180 voluntarios del programa ‘Vamos Colombia’, que después de caminar unos 10 kilómetros, con machete en mano llegaron al asentamiento Katansama para trabajar en el cultivo.
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“Solamente aquí trabajando ellos nos han dado más de lo que nosotros le hemos dado a ellos", Adriana Buitrago, voluntario de ‘Vamos Colombia’.
"Por lo menos estamos reunidos como si fuéramos hermanos, compartiendo el cono ciento, eso es muy bonito", dice Juan Villafania Crespo, indígena arhuaco.
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Los especialistas no tenían duda de la calidad del cacao arhuaco. “Las condiciones agro ecologías del lugar y a arte algunos materiales criollos de almendra blanca, hacen que este cacao sea espacial, casi que podemos decir que es el mejor cacao del mundo”, afirma Juan Pablo Galvis de la Federación Nacional de Cacaoteros.
Hoy estas tierras son de paz, pero hace años, la guerra entre los paramilitares de Hernán Giraldo y Jorge provocó desplazamientos en toda la sierra.
"Les tocó bajar por el miedo de que los matarán de quedar en fuego cruzados entre los dos bandos; de dejar sus fincas botados, sus animales, sus gallinas”, dijo Baudilio Valencia, desmovilizado de las AUC.
Para los arhuacos, más allá del perdón debe estar la palabra de hombre, la de no repetición.
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La fundación Andi y los voluntarios de ’Vamos Colombia’ tienen claro que estos son procesos de paz.