Utilizar gorras o techos, como las llaman algunos jóvenes en la localidad de Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, tiene diferentes significados. “Hace lucir más, como que hay flow”. “Depende de la tela, si tiene la etiqueta, si está nueva, si está matada”, expresan los jóvenes Jordan Colmenares y Sebastián Bernal.
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El valor sentimental y económico de estas gorras varía. “Hay unas que valen $500.000, $1.000.000, $2.000.000”, asegura el ciudadano Jorlan Moreno.
“Tengo como unas 40 gorras y no las cambio”, dice el joven Miller Vásquez.
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Portar las gorras en las calles ha generado cierto tipo de riesgo. “Hay niños que no pueden utilizar gorras finas porque los atracan, los apuñalan por robarles las gorras”, señala Gloria Espinosa, madre de familia.
Por su parte, Daniel Aguilar, sociólogo de la Universidad Externado, explica que “ese es un elemento del hip hop relacionado con las gorras de básquetbol, de béisbol, tiene un elemento muy fuerte que se convierte casi que en un objeto de deseo”.
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Detrás de esa colorida moda se esconde un complejo fenómeno, el de la intolerancia, que ya ha cobrado varias vidas en medio de riñas.
“A los que le iban a robar la gorra no se dejaron y terminaron en una disputa y el muchacho terminó falleciendo”, relató el testigo de una pelea en Ciudad Bolívar.
El coronel Germán Gómez, comandante de la estación de Policía de Ciudad Bolívar, dio un parte de muertes por peleas generadas por una gorra: “Específicamente tenemos siete casos donde ha sido por diferencias entre dos personas que se arrebatan la gorra. Para ellos es un código de honor. La gran mayoría de estos casos ha sido consumiendo bebidas embriagantes o bajo el efecto de sustancias psicoactivas. Y entre ellos se agreden, ya sea con arma cortopunzante o con arma de fuego”.
“Yo creo que hay que mirar cuáles son los factores sociales y cómo trabajarlos. Ahí son importantes las organizaciones sociales, civiles, la iglesia, los equipos de fútbol, entrar a negociar porque es un tema de combos”, complementó el sociólogo Aguilar.
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¿Gorras para fines delincuenciales?
La otra cara de este fenómeno es la de las bandas delincuenciales, donde las gorras, independiente de su precio, se convierten en una especie de amuleto y a la vez de trofeo para las bandas contrarias.
“Para ellos no solo es un trofeo, sino cuántas veces ha actuado de manera delictual en compañía de la gorra; entonces, para ellos significa un código de honor, un código de respeto, pero, sobre todo, para ellos es esencial tener su gorra para manejar la suerte que tienen en esos procedimientos”, adujo el coronel Gómez.
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Diariamente, la Policía de Ciudad Bolívar atiende en promedio unas 48 riñas, más de 350 los fines de semana. En muchos de estos casos una gorra se convierte en la causa de los enfrentamientos.
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