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Río San Francisco, una insignia de Bogotá escondida bajo la modernidad de la avenida Jiménez

La escritora Ximena Montaña explica el origen y evolución del río San Francisco y cómo, con el tiempo, el afluente se camufló entre el cemento durante su paso por el centro de Bogotá.

Así es el curso del río San Francisco, afluente insignia de Bogotá tapado por la avenida Jiménez

En el corazón de Bogotá, entre la Quinta de Bolívar y la Universidad de América, el Río San Francisco baja de los cerros a la ciudad, se asoma tímidamente en algunas partes y, rápidamente, se oculta entre ladrillos, cemento y asfalto.

La escritora e investigadora Ximena Montaña, autora del libro El Río que Corre y que es presentado en la Feria del Libro de Bogotá 2024, hace en su obra un repaso sobre la transformación de la ciudad gracias al afluente del río San Francisco, el mismo que actualmente reposa bajo la famosa avenida Jiménez.

“El río San Francisco nació en el páramo del Verjón, en el boquerón del encuentro de Pie de Abuelo y Pie de Abuela, renombrados como Monserrate y Guadalupe. El río entonces que surtía a toda la ciudad empezó a abastecer a los acueductos, pero también comenzó a recibir todos los detritus de la ciudad, la cual empezó a crecer sobre el río”, señaló Montaña.

La antigua Bogotá llegó a tener más de 17 puentes para pasar el río. En esa zona considerada como periférica, en donde también estaba la Quinta de Bolívar, se desarrolló la industria capitalina.

En 1938, la primera gran avenida de Bogotá, la Jiménez, tapó, literalmente, el río San Francisco.

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“En 1917 se inició el proceso de canalización del río. Fue un proceso largo que confluyó con la inauguración en 1938 de la avenida Jiménez, que ha ido creciendo en altura”, agregó Montaña.

“Después, en el año 2000, el arquitecto Rogelio Salmona hizo una propuesta de reconstrucción del río y de la flora que había en esos momentos”, continuó su relato Montaña.

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El eje ambiental es una reivindicación del río que se ocultó tratando de emular en sus espejos de agua el esplendor de la nueva capital que alguna vez la atravesó la misma vía. La vía Jiménez fluye como lo hacía el río en este altiplano.

“En el corazón de la ciudad, que se fundó en el siglo XVI, tenemos la Iglesia de San Francisco, la Iglesia de la Veracruz y la Iglesia de la Tercera, donde estaba el gran cauce del río. En el siglo XIX se empezó a hacer el pasaje Rufino Cuervo que, tras la ampliación de la avenida Jiménez, dio paso a los famosos sótanos de la Jiménez, los cuales son un misterio y el resultado de ese guaco inmenso que quedó después de la avenida Jiménez.

Con los años, el resto de Bogotá se amplió por todos sus flancos y el río quedó en el olvido.

Caminar hoy en día por toda la avenida Jiménez es recordar el río San Francisco, antiguo territorio muisca próspero gracias al agua y, por supuesto, al progreso que llegó a la capital de los colombianos como consecuencia del gran desarrollo que trajo el río.

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