Expertos reconocen la transformación generada por este sistema, que acabó de cumplir 18 años, pero estiman que lo que parecía prometedor se ha estancado.
Y es que muchos bogotanos no tienen buenos recuerdos de la movilidad en esa época, por eso ven un antes y después de ese 4 de diciembre de 2000 en el que se puso en marcha Transmilenio.
“Es una transformación profunda, no sólo en el tema de infraestructura de las principales vías de la ciudad, sino en los tiempos de desplazamiento de los usuarios que recibieron la ventaja de un sistema ágil, un sistema moderno, basado en estaciones, con sistema de pago y buses nuevos”, dice Darío Hidalgo, experto en movilidad.
Pero pasados los años, Transmilenio empezó a hacer evidentes sus problemas. Así lo reconoce Luis Ángel Guzmán, docente de la Universidad de los Andes: “Ahora el sistema presenta muchas falencias, es un sistema caro para la mayor parte de las personas que lo usan y caro me refiero que se gastan una parte importante de su ingreso mensual en el transporte”.
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Fernando Rojas, experto en movilidad, añade que “Transmilenio iba por un buen camino. Un sistema que mueve al día 2.400.000 personas es un sistema que es muy fuerte, desafortunadamente las estaciones quedaron pequeñas, las troncales quedaron pequeñas”.
Entre las principales quejas al sistema están poca capacidad para atender la demanda, la inseguridad, la falta de frecuencias, la obsolescencia de algunos buses y un mal que tiene sus finanzas en rojo: los colados.
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Para muchos, lo que otrora fue catalogado como la joya de Bogotá, ahora debe ser repensado, reevaluado y complementado con alternativas como el metro y el Transmicable.
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