Van por las calles dando serenata y alegrando a los transeúntes. “Nos han recibido como unos hermanos”, asegura uno de ellos.
Se trata de César Castillo Hernández y su esposa Rosel, quienes se han convertido en un gran ejemplo de superación ante la adversidad.
En medio del rebusque también elaboran artesanías y venden jugos junto a Alba Janeth, la hermana de Rosel.
Su talento, incluso, les ha permitido llegar a cantar en la Casa de la Cultura de Turbaco.
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“Gracias a Dios nuestra música nos ha ayudado bastante acá”, dice César Castillo mientras afina la garganta para su próxima canción y trata de dejar atrás los malos recuerdos por la crisis en Venezuela.
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