Siete municipios de Zulia limitan con tres departamentos colombianos, lo que la convierte en una frontera muy activa para vigilar. Sin embargo, cerca de 450 “trochas” terminan siendo el camino fácil para evitar a las autoridades.
Por eso, pese al cierre de la frontera anunciado por el Gobierno venezolano, no ha parado el flujo de personas, alimentos y productos de contrabando.
El tema de seguridad se vuelve cada vez más preocupante. Yuliani Palmar, habitante del municipio de La Guajira, en Venezuela, cuenta cómo es pasar por los caminos verdes, más conocidos como “trochas”.
“Nos pueden violar, nos pueden atracar y si es posible nos dejan sin nada”, asegura.
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Desde Maracaibo hasta Paraguachón existen más de 19 puntos de vigilancia y puestos de control, donde no parece existir problema alguno para el contrabando y los funcionarios ignoran cada vez más las motos que llevan la gasolina que se usa en la frontera de forma ilegal.
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