Esto no ocurrió en el Amazonas, ni en Guainía, ni mucho menos el Meta, regiones fuertemente afectadas por la deforestación donde se han perdido más de 31 mil hectáreas de bosques, sino en plena sabana de Bogotá, donde se talaron cerca de mil hectáreas.
Una vez los delincuentes compraron los terrenos, la mayoría de ellos bosques, iniciaron la devastación de la naturaleza.
“Su modus operandi se basaba en la compra de bosques, en donde iniciaban la tala y extracción de madera, de especies como acacias, roble, guadua, pino y eucalipto (...) la cual transportaban por vías nacionales valiéndose de permisos falsos y así llevaban la madera a diferentes aserraderos clandestinos para su transformación y posterior comercialización”, indicó el general Alejandro Barrera, director de carabineros y seguridad rural.
En el sector alto del Águila, en el municipio de Zipaquirá (Cundinamarca), hasta donde llegaron las autoridades después de dos años de investigación, se encontraron a varias personas con la madera lista para comercializar.
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“Entre los capturados se encuentra alias ‘Tribilín’, quien ya había sido captura en 2019 con otras 19 personas comprometidas en delitos contra el medio ambiente”, dijo Barrera.
En cuatro años esta organización taló mil hectáreas de bosques y de las que adquirieron 50 mil millones de pesos.
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Según las autoridades, la deforestación afectó los bosques de la reserva del Neusa que abastece a los acueductos de Cogua y Zipaquirá, en Cundinamarca, del que se benefician miles de familias.
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