Los cambuches de plástico y tela son habitados, en su mayoría, por familias de migrantes. Autoridades trabajan para reubicarlos.
Cada vez que llueve, Orlando González recoge los pocos utensilios de valor en su rancho en el nororiente de Santa Marta y huye a un sitio seguro. Él sabe que vive al lado de la muerte, pero asegura que es la única forma de tener un techo donde dormir.
Las aguas lluvias descienden por la ladera nororiental de Santa Marta. Viviendas improvisadas abundan en esta área, 65 de ellas han sido construidas en los últimos tres meses.
Para las autoridades la alta migración venezolana ha disparado las construcciones en los cerros. Los más afectados son los de Taganga, el Ziruma y el de Las Tres Cruces.
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La idea de las autoridades es reubicar a estas familias. En lo corrido del presente año han colapsado 16 viviendas en todo el distrito de Santa Marta.
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