La vida del precandidato presidencial del Nuevo Liberalismo fue cegada en la plaza de Soacha. Este es uno de los capítulos oscuros de 1989, el año del horror.
El 18 de agosto de 1989 miles de personas recibían a Luis Carlos Galán Sarmiento en la plaza principal del municipio aledaño a Bogotá.
Cada paso del recorrido hacia la tarima era interrumpido por una multitud emocionada, algunos lograron darle el último apretón de manos, pero apenas subió a la tarima, se escucharon varias ráfagas de disparos.
Galán se desplomó con varias heridas de bala en su abdomen, que minutos más tarde le causaron la muerte.
"Fue una tragedia nacional y una enorme frustración para toda una generación que tenía en Galán la expectativa que iban a cambiar ciertas costumbres políticas y que iba a haber una confrontación dura contra el narcotráfico", rememora Jorge Cardona, editor general de El Espectador.
El fin de la vida de Galán ocurrió en 1989, un año permeado por la violencia de los grupos narcotraficantes que operaban en Colombia. Así lo recuerda el veterano periodista: “ese año particularmente fue dramático porque casi que semana a semana hubo una noticia relacionada con la ofensiva narcoterrorista de Pablo Escobar. En enero fue la masacre de La Rochela, en marzo el asesinato de José Antequera, en mayo el asesinato de Álvaro González Santana, exgobernador de Boyacá y en agosto empezó esa semana: el miércoles habían asesinado al magistrado Carlos Valencia García, del Tribunal Superior de Bogotá y se decretó un cese de actividades del sector judicial".
Y es que el discurso de Galán en cada escenario retaba a la clase política tradicional.
"Aprovechando los recursos de contratistas del Estado y por ese camino han querido aprisionar a Colombia en una democracia restringida, incompleta, artificial, tímida, no comprometida con los verdaderos intereses populares, y contra eso estamos".
El editor de El Espectador recuerda que "Luis Carlos Galán era un poco la contra del clientelismo político que había dominado en los últimos tiempos en el país y desde su perspectiva del Nuevo Liberalismo ofrecía un nuevo aire a la política colombiana en un momento dramático por la arremetida del narcotráfico, del paramilitarismo y de los grupos guerrilleros".
Por esos días, el director del DAS, general (r) Maza Márquez debilitó el esquema de protección de galán, y le cambió el jefe de seguridad. Pero galán, pese al riesgo que implicaba, asistió ese 18 de agosto a la plaza central de Soacha, donde un grupo de sicarios camuflados entre la multitud lo esperaban.
Sus dos escoltas de confianza heridos por las balas intentaron llevarlo al vehículo para salvarle la vida.
Álvaro Fredy Acevedo, en 1989 se desempeñaba como camarógrafo y tras el atentado a Galán fue uno de los primeros en llegar al hospital de Kennedy, donde había zozobra por la suerte del líder liberal: “Allá llegaron todos los seguidores de Galán, toda la gente que estaba en la plaza en Soacha y ahí se vivió una hora o 45 minutos de incertidumbre porque no sabíamos si se salvaba o estaba muerto. Cuando finalmente se conoce la noticia, se vive un momento de histeria colectiva, la gente lloraba, la gente estaba descorazonada, se perdió una esperanza".
El domingo 20 de agosto de 1989 el cuerpo del líder liberal fue llevado al Capitolio Nacional y allí estuvo en cámara ardiente durante todo el día, miles de personas hacían fila para darle el último adiós a Galán. Pero en medio del dolor nacional, tan solo horas después, el país celebraba la victoria de la selección colombiana de fútbol sobre Ecuador por dos goles a cero en el camino al Mundial de Italia 90.
Años más tarde la Corte Suprema de Justicia determinó que el exjefe del DAS, Maza Márquez tenía vínculos con el paramilitar Henry de Jesús Pérez, emisario de los peligrosos narcotraficantes Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha.
Tres décadas después del magnicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento solo cuatro personas han sido condenadas, entre ellas el exdirector del DAS Miguel Maza Márquez, el dirigente político Alberto Santofimio Botero, el coronel Manuel Gonzales, exdirector de protección del DAS, y el sicario del cartel de Medellín Jhon Jairo Velásquez, alias ‘Popeye’.