Juan Carlos Henao fue mucho más que un jurista excepcional, un rector ilustrado y un arquitecto de la paz con las extintas FARC. Detrás de estos títulos rimbombantes se encontraba un hombre que amaba la enseñanza, que era generoso y solidario.
Desde que se confirmó la muerte de Juan Carlos Henao, se empezó a recordar su legado como jurista Liberal en decisiones históricas en la Corte Constitucional, su rol protagónico en la arquitectura del modelo de justicia transicional para lograr el acuerdo de paz, la transición que lideró en la Universidad Externado tras la muerte del rector Fernando Hinestroza y su vocación como profesor de derecho.
Rodrigo Uprimmy, otro reconocido jurista colombiano, estaba en su selecta lista de 183 amigos: “Cuando teníamos reuniones, él nos decía a algunos ‘ahora tú estás en la lista de mis mejores 183 amigos, estás como de 181’. Tenía algo de cierto, porque era muy amiguero. Con los amigos cercanos, Juan Carlos era de solidaridad y generosidad inmensa”.
Su forma de ver la vida, ligera y mamagallista lo convirtió en personaje nacional. Sus estudiantes vivían fascinados, porque su erudición no consistía en citar autores o soltar latinazgos, sino en bajar de ese olimpo del Derecho esos conceptos intangibles y ponerlos a dialogar con la calle misma.
Por su parte, Héctor Riveros, también abogado, se refirió a su relación con el fallecido Juan Carlos Henao: “Por eso ese hablado tan de la calle, porque realmente era un tipo desabrochado, si usted quiere, mal hablado. Hacía énfasis en su acento vallecaucano. Compraba gran parte de su ropa en el mercado del usado”.
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Él les insistía a sus estudiantes que el conocimiento no estaba en el lenguaje florido, ni en el código exacto, sino en la capacidad de armonizarlo con la vida cotidiana.