Diana Marcela Duarte, enfermera que trabaja en el Hospital del Tunal, supo lo que implicaba la pandemia del COVID-19 y tomó una dura decisión: se despidió de sus hijos y se aisló sola en una habitación; todo por ayudar a sus compañeros y a sus pacientes contagiados con coronavirus.
Una de las cosas más difíciles, reconoce, es manejar el miedo pues sabe que nadie está exento de infectarse y más cuando muchos no se cuidan.
“Estrés, ansiedad, mucho trabajo, la recarga laboral es mucha debido a que cada vez son más pacientes, la labor cada día es mucho más dura”, dice Diana.
Aunque las camas se acaban, la esperanza no se pierde y al final afirma que seguirá en la primera línea de lucha por salvar vidas como sus compañeros: Fernanda, Pedro o el camillero que vio morir en Meissen, él entregó su vida por salvar la de otros que se contagiaron con COVID-19.