Por robarle una bicicleta, hace unos años Luis Alberto Gómez recibió un disparo por parte de delincuentes, situación que hizo que perdiera la visión. Ahora hampones se le robaron el cableado eléctrico de la casa y quedó sin el servicio.
“Me pegaron un tiro con un changón”, recuerda de aquel episodio que le hizo perder la visión.
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Luis es desplazado por la violencia, y hasta hace unos años contaba con el apoyo de su abuela y su pareja sentimental, pero ambas fallecieron. Pese a su discapacidad, baja a diario hasta el centro de Medellín para comprar y vender dulces para su sustento.
“Hay días en los que me quedo sin comer”, reconoce, aunque también dice que “uno hace todo lo posible y hace el esfuerzo de salir adelante”.
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En los últimos días unos jóvenes del barrio le robaron el cable de la electricidad de su casa, dejándolo incomunicado y sin poder cocinar. Cuenta James Zuluaga, director de derechos humanos de la comuna 13, que Luis “no tiene la capacidad de desplazarse y sentir los sonidos que lo ayudan a moverse por su casa, entonces es bastante triste esta situación. Esperamos que nos ayuden a volverle a poner a la luz”.
Luis Alberto sueña con estudiar, poder trabajar para tener su sustento diario y mejorar su vivienda para que en noches lluviosas no se le entre el agua a la casa.
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