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¿Peligroso narco o humilde latonero? La tragedia de José Gabriel Álvarez

En su contra pesa una solicitud de extradición de EE. UU., pero la familia insiste en su inocencia y dice que a veces no tiene ni para la leche del hijo.

LATONERO O NARCO - NORTE DE SANTANDER.jpg

La captura de José Gabriel Álvarez Ortiz, de 26 años, tiene conmocionados a su familia, sus vecinos y sus compañeros de trabajo en un taller de latonería, pintura y lavado de carros del barrio Los Cristales, en Ocaña, Norte de Santander.

El hombre fue capturado por el FBI y la DEA, en coordinación con la Fiscalía, señalado de ser un peligroso narcotraficante al servicio del ELN. Lo curioso del caso es que la gente que lo conoce y su familia aseguran que toda la vida se ha dedicado a la latonería, a arreglar y pintar vehículos y también a lavarlos. Además, que de eso vive.

El 24 de septiembre, mediante un comunicado, la Fiscalía informó de la captura José Gabriel y de otros dos hombres, ellos en Magangué y Piedecuesta, señalados de traficar cocaína a través de Venezuela.

La detención se dio por un pedido de extradición por parte de una corte de Estados Unidos.

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“Fueron solicitados por la corte sur del estado de Texas, en Estados Unidos, por los cargos de distribuir, fabricar y poseer con la intención de distribuir cinco o más kilos de cocaína, con la intención de que la cocaína sería exportada ilegalmente a Estados Unidos”, dijo en ese momento Ricardo Carriazo, el director especializado contra el narcotráfico en la Fiscalía.

José Gabriel Álvarez Ortiz, según su familia, es un hombre casado y padre de un niño.

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“Él es latonero, pinta, arregla carros, lava, tiene lavadero, trabaja en construcción, arreglando casitas, cosas que le salieran como para traernos la comida. Como lo tildan a él, era para que me tuviera viviendo como una reina o a la mamá”, aseguró Geraldine Lobo, la esposa del detenido.

Su familia dice que muchas veces en su casa no hay ni para la leche del niño, lo que va en contravía de la vida en opulencia que suelen llevar los narcotraficantes.

“Cuando se lo llevaron estaba arreglando un carro”, manifestó Edward Robles, su compañero de trabajo.

Su casa no es propiamente una mansión. Vive en una habitación arrendada, junto a su esposa e hijo de dos años, en donde solo caben la cama y sus herramientas de trabajo y su mamá vende arepas para sobrevivir.

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El abogado Miguel Prado decidió defenderlo gratis al conocer la situación.

“Un narcotraficante no va a tener en obra negra u obra gris su casa, no debe cuotas en el banco. Estamos frente a un yerro judicial o un falso operativo, para demostrar que el estado colombiano está actuando contra el narcotráfico”, cuestionó el defensor.

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Mientras José Gabriel está detenido en una estación de policía en Bogotá, a la espera de una posible extradición, su esposa ora día y noche para que logre comprobar su inocencia y no lo envíen a Estados Unidos.

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