El manejo de las aguas residuales es un problema que ha causado dolores de cabeza a los habitantes del municipio de Cumaral, en el Meta. Se trata de una vieja planta de tratamiento que desde hace 12 años no funciona y contamina un importante caño de la zona.
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Esta planta de tratamiento va a recibir una inyección de 9 mil millones de pesos para ser rehabilitada. El problema es que está en una zona urbana y causa malos olores, además de frenar el desarrollo de ese municipio.
Y es que los habitantes de Cumaral no aguantan más la situación de los malos olores y contaminación.
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“Lo que me duele es ver cómo contaminaron ese caño. ¿Qué pasa? Yo me bañaba allá, pescábamos y mire ahora”, señaló Cecilia González, habitante del sector.
A las afueras del municipio de Cumaral está el caño Mayuga, cuyas aguas son cristalinas pues no han recibido ningún agente contaminante. El cuerpo de agua está ubicado en el predio de Wilson Quintero, quien dice que desea que todas las personas disfruten de ese espacio.
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"Esta es la sala cuna de los peces del sector. Hay nutras, guacharacas, patos. La fauna está intacta porque ese fue el deseo de mi padre, conservar el sector así tal cual”, manifestó Quintero.
No muy lejos de allí, el panorama cambia drásticamente y se convierte en un ambiente lleno de basuras y desechos por cuenta de las descargas que realiza la planta de tratamiento de aguas residuales.
El caño en esa zona tiene un aspecto verduzco y expele malos olores. En una finca, propiedad de don Marcelino Barrera, ese cuerpo de agua era una bendición, pero hoy es motivo de tristeza.
“Se volvió la cloaca del municipio. Es por eso que la planta de tratamiento de aguas residuales nunca ha funcionado. Siempre dicen que la arreglan, pero nunca funciona”, indicó Barrera.
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Este ciudadano recorre lo que era su casa y era porque los malos olores y la contaminación lo sacaron corriendo del lugar. El ganado también sufre por la mala calidad del agua.
Sus vecinos, durante años, han grabado en video los daños ambientales, las muertes de los becerros y otros animales que nacen con malformaciones tras tomar esa agua.
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La planta de Cumaral fue construida en 2009 como una solución al problema de las aguas residuales. En esa época estaba retirada del centro poblado y cumplía con su labor. Todo cambió en 2014 en la primera administración del actual alcalde, Albeiro Serna.
En ese año empezó a fallar y desde entonces se convirtió en un elefante Blanco. Serna habló al respecto: “En 2016 se volvió a dañar y nadie le paró bolas. El mejoramiento y ponerla de nuevo a funcionar hoy costó lo que costó esos 8 años. Ha crecido más Cumaral y por el desarrollo llegó hasta allá. Eso se pudo haber previsto”.
El alcalde se refiere al crecimiento del municipio, pues las casas llegaron a la planta. Son cinco barrios que tienen otro problema: están por debajo del nivel de la planta de tratamiento y deben bombear las aguas servidas a la planta inservible.
Cormacarena, autoridad ambiental del departamento, suscribió un millonario contrato de más de 9 mil millones de pesos para rehabilitar y ampliar la vieja planta. La decisión ha causado polémica.
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¿Frena obras?
Todo a causa de que el municipio crece hacia ese sector y la planta ya está en la zona urbana y en el camino de su expansión. Es por eso que los habitantes piden que no se gasten recursos en algo que no funciona.
La Universidad La Gran Colombiana planea construir en el predio aledaño a la planta un inmenso campus universitario que incluye un hospital de cuarto nivel, residencias universitarias, entre otras obras.
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“Lo que queremos hacer es un proyecto integral que, además de las necesidades de la educación de calidad, también requiere salud. Por eso el proyecto además de tener el campus tiene infraestructura de alto rendimiento deportivo”, acotó Marco Tulio Calderón, rector de ese centro universitario.
El problema para la universidad es la inservible planta que se atraviesa como una vaca echada en la mitad de una autopista.
“La rehabilitación de la planta impediría en un tiempo cercano una nueva inversión para una nueva planta de tratamiento”, indicó el alcalde de Cumaral.
Franklin García es un líder cívico que ha batallado contra este problema y hace parte de un grupo de ciudadanos que prepara una acción popular para intentar detener el proceso.
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Es tal la preocupación de la comunidad que contrató a un ingeniero de laboratorio de aguas, quien monitorea la situación y hace una denuncia preocupante: “La planta en este momento no tiene capacidad de hacer un tratamiento adecuado del agua residual doméstica que generan los municipios. No se encuentran las capacidades y la gran mayoría no sirve. Está obsoleta”.
La norma, en materia de infraestructura de servicios públicos determina que la distancia mínima entre esa infraestructura y los centros poblados es de 75 metros.
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En este tipo de casos, donde se va a ampliar la capacidad y por ende los fuertes olores, se recomienda que la distancia sea de mil metros, en otras palabras, la inversión no debió hacerse porque está cerca de un área residencial.
Mientras tanto, los trabajos continúan. A Cumaral le espera una dura batalla legal por probar lo que todos ya sabían: que la vieja planta no puede estar allí.
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