Ambientalistas creen que por esta razón, en los últimos cinco años, el pulmón verde de la ciudad perdió 56 hectáreas.
“Cada día, el pulmón del cerro de La Popa se viene recortando debido a las invasiones excesivas que se vienen dando en estos sectores”, explica Roberto Ruiz, jefe de la Guardia Ambiental de Cartagena.
El cinturón habitacional que antes estaba en el pie del cerro escaló a la falda y hoy tiene amenazada la cima.
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Esto es de una gran preocupación, porque La Popa se puede decir que es el único pulmón que abastece o surte de buen oxígeno a la ciudad de Cartagena”, agrega José David Niño, superior del convento de La Popa.
Los asentamientos irregulares causaron una emergencia ambiental de tal dimensión, que elevaron de mediano a alto el riesgo de deslizamiento, por eso los propios invasores se oponen a nuevas ocupaciones.
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“Nosotros cuando ya vemos que la gente viene a invadir o tal cosa uno les llega de buenas maneras a hablarle, que no se puede, que los que están están y no podemos dejar que construyan otras casas aquí”, indica un habitante.
Como no se cuenta con servicios públicos óptimos, vías de penetración, seguridad, condiciones sanitarias ni oportunidades de trabajo, los residentes urgen una reubicación.
Cada vez que se invade una franja del cerro de La Popa, se reduce dramáticamente el hábitat de fauna silvestre y se arruina el exuberante verdor que refrescaba a Cartagena.