
Durante décadas, el narcotráfico en Colombia no solo dejó un rastro de violencia, sino también un legado de lujo y horror. Las mansiones de los capos más temidos del país fueron escenarios de decisiones sangrientas, alianzas criminales y excesos sin límites. En Los Informantes, recorra los espacios donde se pactaron magnicidios, se amasaron fortunas y se tejieron redes de poder que marcaron la historia reciente del país.
Montecasino: la casa del terror
Ubicada en el exclusivo barrio El Poblado de Medellín, Montecasino fue mucho más que una mansión. Durante los años 80 y 90, se convirtió en el centro de operaciones de una sangrienta alianza entre el Cartel de Medellín y el clan de los Castaño. Desde allí, Pablo Escobar, Fidel Castaño y Gonzalo Rodríguez Gacha planearon crímenes que, según las autoridades, dejaron más de 7.000 muertos.
“Desde esa mansión se planearon y se inclusive se realizaron las más graves violaciones a los derechos humanos en nuestro país: masacres, como la de Mapiripán, el exterminio de la Unión Patriótica, el sicario que asesinó a Carlos Pizarro habría sido entrenado y recibió instrucciones de Fidel Castaño al interior de esta hacienda”, relató Juan Camilo Morales, coordinador de la Unidad para las Víctimas.
Los salones de mármol blanco, protegidos por gruesos vidrios, fueron testigos de reuniones donde se decidían atentados como la bomba que derribó el avión de Avianca en 1989. Bajo lámparas de miles de cristales, se planeó una dictadura criminal que dejó cicatrices imborrables.
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Popeye, exjefe de sicarios de Escobar, recorrió la propiedad con Los Informantes y no dudó en calificarla como “la verdadera casa del crimen”. Allí también nació el grupo de los Pepes, una alianza entre los Castaño y el Cartel de Cali para acabar con Escobar. “Este es el cuartel general de los Pepes, Montecasino. Aquí nacen”, afirmó Popeye.

Casa Gacha: la joya de la corona de El Mexicano
En el norte de Bogotá, sobre la calle 86, una mansión fue el símbolo de la opulencia traqueta de los años 80: la Casa Gacha. Propiedad de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, esta residencia de 5.400 metros cuadrados llegó a estar valorada en $48 mil millones de pesos.
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“Casa Gacha tiene un área de 5.400 metros cuadrados, el valor de venta de casa Gacha está en $48 mil millones de pesos”, explicó Carolina Gutiérrez de la Sociedad de Activos del Estado.
Rodríguez Gacha, oriundo de Pacho, Cundinamarca, fue uno de los narcotraficantes más ricos del mundo. Alardeaba de ganar 230.000 dólares por minuto. Su mansión era el epicentro de fiestas con esmeralderos, militares, políticos y otros narcos. De sus seis hijos, solo uno, Freddy Gonzalo, lo acompañaba a todas partes.
Tras su muerte en una persecución aérea, la mansión era un recordatorio del exceso y la violencia de la época.
Gilberto Rodríguez Orejuela: El Ajedrecista del Cartel de Cali
Gilberto Rodríguez Orejuela, líder del Cartel de Cali, fue conocido como El Ajedrecista por su habilidad estratégica para manejar el narcotráfico y ocultarse de las autoridades. Según la DEA, su fortuna alcanzó los 300 millones de dólares, equivalentes hoy a unos 3 mil millones de dólares.
Aura Rocío Restrepo, expareja del capo, reveló detalles de su vida en Los Informantes. En los años 80, los Rodríguez Orejuela no solo compraban propiedades, sino también voluntades: políticos, policías y militares estaban a su servicio.
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Las ferias de Cali eran su vitrina de poder. En las cabalgatas desfilaban caballos de millones de dólares y en las fiestas privadas se presentaban artistas internacionales. El lujo era una forma de demostrar quién mandaba.
Una de las formas más visibles de demostrar su poder adquisitivo era el patrocinio de mujeres en certámenes de belleza. Gilberto organizó todo para que su novia participara en el Reinado Nacional del Turismo, una muestra más de cómo el narco se infiltró en todos los rincones de la sociedad.
Carlos Lehder: el excéntrico dueño de una isla privada
Carlos Lehder, colombo-alemán y cofundador del Cartel de Medellín, fue el primer narcotraficante colombiano extraditado a Estados Unidos. Cumplió más de 33 años de condena por tráfico de drogas. Él es muy recordado por su excentricidad y su dominio de las rutas del narcotráfico hacia Florida.
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A los 23 años, compró el Cayo Norman, también conocido como la isla de la fantasía, en las Bahamas, a solo 112 kilómetros de Estados Unidos. Desde allí operaba su flota de aviones y controlaba el paso de toneladas de droga.

Su hija, Mónica Lehder, desmintió los mitos sobre la fortuna de su padre: “Pues generoso era en amor. Nosotros no tenemos nada de mi papá, entonces es la generosidad, económicamente nosotros no tenemos nada. No vi nunca a mi mamá llena de joyas y diamantes”, aseguró en Los Informantes.
“De la fortuna de mi papá no disfruté absolutamente nada, pero es mi papá. Lo amo con pasión y locura desenfrenada”, recalcó.
En Colombia, Lehder adquirió grandes haciendas, especialmente en el Eje Cafetero. Una de ellas, la llamada Posada Alemana, hoy en ruinas, albergaba una estatua de John Lennon desnudo, con guitarra y casco alemán de la II Guerra Mundial, símbolo de su idolatría al legendario músico.
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Además de sus propiedades en Colombia, Lehder también compró bienes en Estados Unidos y Brasil. Su imperio cayó en 1987, cuando fue capturado y enviado a una celda cinco pisos bajo tierra en EE. UU.
Las casas y propiedades de estos capos son testigos de una época marcada por la sangre, el miedo y la corrupción. Hoy, muchas de estas propiedades están en manos del Estado, otras en ruinas, y algunas aún despiertan la curiosidad de quienes buscan entender cómo el poder del narcotráfico se infiltró en cada rincón del país.