En la iglesia del municipio de Tubará, en vez de cánticos religiosos, se oyó la música del Carnaval de Barranquilla. El padre Rafael Ospino sorprendió así a sus feligreses.
Ningún asistente a la misa sabía que la persona disfrazada de monocuco era el sacerdote, que ingresó al templo acompañando a la reina del carnaval de la tercera edad, Gloria González.
Después de quitarse la máscara, Ospino instó a no aprovechar las fiestas y los disfraces para tornarse violentos.