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Agridulce, así resultó la tercera corrida de abono de Manizales

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El cucuteño Sebastián Vargas abrió la puerta grande y sus compañeros de cartel salieron con la moral en el piso y, uno de ellos, con el infortunio de figurar en los libros de la plaza como el primer torero en la historia al que sus dos toros le regresan vivos al corral.

Vargas, en el primero de la tarde, demostró que está en el cartel porque tiene oficio y conocimiento del toro. Es el que más torea en el país, todo el año lidia en la provincia y eso le ha entregado conocimiento, distancia y temple. Banderilleó a sus dos enemigos, pero fue al segundo al que más disfrutó. Con la muleta estuvo justo en ambos toros, pero en el primero lo exprimió hasta el final. Nueve tandas llenas de cadencia y temple, ese que consiste en llevar embebido al toro al vuelo de la tela, sin que su hocicó toque el trapo y quede listo para el siguiente pase. Toreó con las dos manos y selló con manoletinas muy ceñidas al traje de luces. Mató de estocadón y cortó las orejas a ley, aunque la presidencia lo pensó para dar el segundo apéndice.

"Esto es muy importante para mí, porque triunfar en Manizales es abrir con una llave mágica muchas corridas en el año. Me entregué y maté bien, se me voló la oreja del segundo pero también estuve a gusto", dijo Vargas.

José Arcila, se dejó ver en su primer toro, al que poco le pudo sacar por lo descastado. En su segundo, evidenció que le falta interpretar al animal y aprovechar el instante de magia que este le da, es decir, que si ves que el toro va bien por la derecha allí es donde hay que exprimir hasta acabar y luego revisar los siguientes matices del ejemplar y seguir descubriendo. Arcila lo hizo al revés, toreó y ensayó por todo lado y cuando se dio cuenta que era por el pitón derecho por donde iba y por donde empezó, el toro ya se había pagado. Palmas y silencio.

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Willy Rodríguez, el de a caballo, demostró que tiene doma y mando en la rienda, pero no engancha al toro a la grupa. Si no hubiera visto a Pablo Hermoso torear así, seguramente pensaría que eso no se puede si el toro no va, pero ese hombre hace justo eso, torear desde el caballo, enganchar y arrimarse sin perder la compostura. La presencia del subalterno todo el tiempo en el ruedo jalando y llevando a los medios, no es bello en el rejoneo y eso le pasó al colombiano. Además mató mal, sin fortuna. En ambos falló los tres rejones y le tocó echar mano del de a pie para acabar con sus faenas. Uno regreso vivo al corral.

Santiago Naranjo se llevó, además del peor lote, quizá el día más complejo en la historia taurina de un matador. Sus dos toros regresaron vivos al corral. En su primera aparición, derrochó valentía con un toro que se recostó por ambos pitones y se paró para defenderse. En su segunda, nada pudo hacer porque allí no salió un animal, sino un monstruo, que quiso cazar al torero, como si ya hubiera sido toreado y supiera perfectamente qué pasaba a su lado cada vez que se movía una muleta.

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Vi temblar a César Rincón en el callejón. Desde allí, le pedía que lo dejara ir vivo, que ese toro aterraba. Trató de matar 1.000 veces y 999 tuvo que correr delante de los pitones. Ese se fue caminado a la puerta por donde salió.

Esa fue la corrida de los colombianos, alegre por las dos primeras orejas, pero lánguida y aburrida, por las demás presentaciones.

Las corridas de 8 toros no funcionan, la gente se fue antes de terminar.

Manizales

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