Aunque muchos escenarios del país siguen cerrados por la pandemia del COVID-19, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo abrió las puertas a los artistas colombianos, una reapertura cargada de sentimientos.
Los tapabocas y el distanciamiento social también hacen parte de la realidad de quienes están sobre el escenario. Sus ensayos son diferentes, pero ahora son más conscientes del privilegio que tienen de volver a las tablas.
“Es realmente indescriptible, de verdad que las lágrimas se apoderaron de nosotros un par de veces de la emoción de saber que estamos haciendo lo que amamos. Nos permiten hacer esto después de mucho esfuerzo, después de mucho estar organizándolo; gratitud y emoción, la palabra es emoción”, dijo la soprano Sara Bermúdez.
La Orquesta Filarmónica de Bogotá también vivió esta experiencia de volver a escena.
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Ahora, el director y su orquesta deben usar tapabocas y los instrumentos de viento, como el clarinete y las flautas, lo hacen dentro de unos cubículos especiales aislantes.
“Es como un alivio, después de seis meses logramos volver a tocar juntos, hace un tiempo estábamos tocando desde la virtualidad, pero nunca es lo mismo. Tocar la música en vivo requiere de concentración, de pasión. Aún sigue siendo incómodo uno con gafas, se te empañan”, opinó Liss Valentina Muñoz Morales, concertino de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Bogotá.
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Aunque para los artistas, sin duda, nada remplaza al público, en este escenario de sillas vacías, los aplausos entre ellos no paran, es la manera de decir, ¡volvimos a escena!