Para participar en un salsódromo, dejó a su familia y su país e inició una aventura en una ciudad en donde no conocía a nadie. Allí encontró a su ángel guardián.
Desde muy joven David se sintió atraído por la música y el baile. Por ello, un día convenció a su familia de que lo dejara intentar su sueño. Así llegó a Cali, lleno de ilusiones, pero las cosas no fueron tan fáciles al principio. Su empeño y una persona que valoró su talento y le tendió la mano fueron la entrada al mundo que anhelaba.
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