Antes de tejer el recorrido por los nueve círculos del infierno, los siete anillos del purgatorio y las nueve esferas celestes, Dante Alighieri vivió en carne propia las degradaciones de la guerra, el peso de la conciencia sobre sus propios actos y la idealización del amor.
- Le puede interesar: ‘La mirada de Humilda’: una conmovedora historia de amor entre un hombre y su perrita
El dramaturgo y novelista Matteo Strukul reconstruyó en su obra 'Dante' uno de los periodos más sangrientos de la historia de Italia y la manera como el gran poeta vivió y sufrió los rigores de aquellos tiempos en que güelfos y gibelinos se masacraban los unos a los otros.
Su vida, la condición de esposo de una Donati, representante de los güelfos florentinos, lo llevó a la guerra y a una de sus más crudas batallas, la de Campaldino, en la que los güelfos derrotaron a los gibelinos en una monstruosa masacre en la que Dante, con apenas 24 años, alzó la espada.
Escribir se habría de convertir en la manera de enfrentar la sed de poder y sangre de los hombres de su tiempo. Por eso soñaba con hablar del amor que le inspiraba Beatriz, una mujer de carne y hueso, casada con un hombre rico llamado De Bardi.
Esa era la forma de luchar contra el horror de un mundo que se hundía cada vez más en el abismo y que iba, a su pesar, conociendo más de cerca.
Publicidad
Después de la Batalla de Campaldino, librada en 1289, muere Beatriz. El dolor desborda a Dante. Su alma no encuentra paz. Verla en el velorio le cruza el alma como si lo atravesara una espada.
Su tez pálida la hacía idéntica a un ángel. También en la muerte era la mujer más hermosa que había visto en su vida. ¿Cómo no iba Dios a quererla a su lado?.
Y allí la puso, al lado de Dios, con las ansias de hacerla inmortal en su Divina Comedia cuando Beatriz le sirve de guía en su camino por el cielo.
Publicidad
La guerra y sus crueldades, las constantes crisis epilépticas que lo atacaron desde joven y la muerte de Beatriz le arrebataron la pasión. Gemma, su esposa, lo ve tan lejano como si hubiese caído en el abismo de sí mismo.
La vista del cuerpo desnudo lo horrorizaba. No lograba expresarlo de otra manera, pero el solo hecho de que Gemma lo tocara le provocaba una irrefrenable sensación de pavor. Era algo horrible decirlo y más aún pensarlo, pero le parecía como si la guerra hubiera borrado todo apetito erótico en él.
Al final, Gemma sería su salvación.