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¿Se ha preguntado alguna vez cómo sería percibir un aroma en el espacio? Lejos de las fragancias familiares de la Tierra, los astronautas han descrito experiencias olfativas únicas durante su estancia en la Estación Espacial Internacional. Aunque el espacio en sí mismo carece de fragancia, surge la incógnita: ¿de dónde provienen esos olores singulares que han dejado perplejos a los exploradores del cosmos?
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A pesar de la ausencia de gases o aire en el espacio que pudieran dar origen a olores, los testimonios de los astronautas convergen en la intensidad de los aromas percibidos. Algunos describen un olor agradable, mientras que otros lo encuentran desagradable, comparándolo con olores metalizados o chamuscados, como carne quemada o gases de soldadura.
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Contrario a la creencia de que el espacio no tiene olor, la comunidad científica propone dos teorías fascinantes. Una sugiere que el olor puede originarse durante el proceso de despresurización a la entrada de la nave espacial. El oxígeno atómico del espacio podría adherirse a los trajes y herramientas de los astronautas, provocando una reacción de formación de ozono al entrar en contacto con el oxígeno biatómico dentro de la nave, generando así el distintivo olor a chamuscado.
Otra hipótesis interesante vincula el olor del espacio a las estrellas moribundas. Estas estrellas liberan compuestos como el hidrocarburo policlínico aromático (PAH), presente también en la Tierra. La adhesión de estas partículas a los trajes podría ser la causa del aroma peculiar que los astronautas experimentan al regresar a la nave.
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En su libro "Por qué el espacio huele a barbacoa y otras preguntas que solo un astronauta puede responder", el astronauta Tim Peake describe el misterioso aroma como un tema de debate entre los astronautas. Lo compara con un bistec a la plancha, metal caliente, gases de soldadura y olor a barbacoa. Para él, este aroma evocaba sensaciones agradables, recordándole la electricidad estática al quitarse rápidamente una prenda o incluso la nostalgia de una barbacoa en verano.
La curiosidad de la NASA por comprender y preparar a los astronautas para estos olores únicos llevó a un proyecto pionero. En 2008, contrataron al químico estadounidense Steve Pearce para identificar las sustancias que podrían recrear el aroma espacial. El éxito del proyecto llevó a la creación de 'Eau de Space', una fragancia que permitió a la NASA proporcionar a los futuros astronautas una simulación más completa de las condiciones del espacio durante su entrenamiento.
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Aunque inicialmente destinado al ámbito educativo, 'Eau de Space' eventualmente se comercializó en forma de perfume. Este paso no tenía fines lucrativos; más bien, buscaba estimular el interés en la ciencia, la tecnología y las matemáticas a través de la experiencia experimental.
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Siguiendo este propósito educativo, se lanzó al mercado la fragancia "Eau de Luna", brindando a todos la oportunidad, aunque sea de manera olfativa, de acercarse a la experiencia de viajar al espacio. Este fascinante mundo de aromas celestiales sigue siendo un testimonio de la intriga que el espacio continúa generando en nuestra búsqueda de comprender lo desconocido.
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