Una cámara instalada en la habitación captó todas las ‘locuras’ que hacen durante la noche.
Andrew y Ryan, de dos años de edad, tienen la energía de un batallón y así lo demostraron en su festejo nocturno en el que hicieron de todo: apilaron almohadas y cojines, crearon sus propias montañas escalables, charlaron en el sofá, practicaron gimnasia olímpica y escapismo de sus cunas.
Sus padres, que los espiaban, reconocieron que sus hijos no pararon de jugar por más de dos horas y que, por supuesto, ellos no pudieron seguirles el ritmo.
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