El pequeño, que vive a 4,5 kilómetros de su escuela, debe caminar más de una hora todos los días. Su sacrificio es una lección de coraje.
Y es que Wang Fuman, de ocho años, tuvo que soportar temperaturas de -9 grados para llegar a su plantel, el Zhuan Shan Bao, ubicado en el condado chino de Xinjie.
El director del colegio decidió tomar las fotografías y hacerlas públicas, para contar la dura historia de Fuman, quien vive con su abuela después de que su madre le abandonara y su padre tuviera que irse a trabajar a otra ciudad.
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El niño decidió ir a clase porque tenía un examen, según contó el director al medio chino People’s Daily. Y así, con su cabellera y cejas congeladas, y sus manos quemadas por el frío, realizó la prueba.
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Fuman, todo un ejemplo de disciplina y sacrificio.
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