Y es que dicen que no cualquiera puede partear, es algo que se lleva en la sangre, “que nace con uno”.
Por las calles de Buenaventura, a Rosmilda Quiñones le dicen “mamá Milda” con cariño y respeto. Se lo ganó a punta de tanto parto. Es partera desde hace más de 30 años y se convirtió en una de las mayores defensoras de este oficio, tan antiguo como la vida misma.
Luz Marina Arboleda es de la vieja guardia. La llaman Mauca, tiene 72 años y tal es su fama como partera que las embarazadas todavía la buscan para que las atienda.
Con brebajes las parteras calman los dolores, aceleran las contracciones o ayudan a la embarazada a recuperarse más rápido del parto. Es parte de sus saberes tradicionales, pero nada de esto reemplaza los controles médicos necesarios y eso lo tienen muy claro.
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No atienden embarazos complicados y donde las futura mamás no hayan hecho control prenatal.
No son las únicas, en otras regiones del país también existe, como en el Caribe o en las comunidades indígenas.
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