“Varias veces me ha preguntado por Álvaro, pero yo no sé qué decirle. Para mí es muy duro estarle mintiendo, es muy duro”, dice María Cecilia Ángela, esposa de Hernán Lozano, quien encuentra consuelo y apoyo en Patricia Niño, viuda de Álvaro Barros, una de las víctimas fatales del desplome del ascensor.
Álvaro Barros sobrevivió a un cáncer de colon, pero no a la negligencia de la EPS que le negó un examen urgente que debía realizarse. Nunca había ido al Palacio de Justicia de Cali, pero ese día su amigo Hernán Lozano, abogado, lo acompañó para interponer una tutela contra la entidad.
Hernán no recuerda nada del fatídico accidente y prefiere no saber, ni siquiera ver noticias del hecho. Nayibeth Rodríguez sí recuerda todo perfectamente. Es abogada y ese día fue a los juzgados a revisar los casos de sus clientes. “Nadie nos ha dado una explicación”, dice, mientras lucha con calma y esperanza contra el diagnóstico de los médicos que le dijeron no volvería a caminar.
“Ha sido muy duro para mí, traumático”, insiste Hernán Lozano. Se debe enfrentar a una tragedia doble porque ahora Hernán tiene que acudir nuevamente a la justicia, no para ayudar a su amigo, sino para que lo atiendan a él.
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