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Por más de 20 años, Luis Adriano Sanabria entregó su vida a un deporte que lo llenaba de pasión: el parapente. Una mañana cualquiera salió de su casa en Villavicencio con el equipo a la espalda y con el deseo de sentirse libre en el cielo. Era un hombre alegre, solidario con sus compañeros y profundamente enamorado de su familia. Sin embargo, el domingo 25 de mayo de 2025 su vuelo terminó en tragedia al quedar atrapado en una nube que lo arrastró.
En Los Informantes, su esposa Angie Montoya y un amigo cercano relataron los momentos previos y lo que vino después de aquel fatídico día. Fueron más de dos meses de intensa búsqueda en la que participaron cerca de 400 rescatistas entre bomberos, Defensa Civil y Ejército. Finalmente, su cuerpo fue hallado a orillas del río Guamal, poniendo fin a la incertidumbre, aunque todavía queden más preguntas.
“Cuanto tú estás en el cielo volando. Te olvidas de todo. Es una forma de escapar de todos tus problemas, de todo el día a día. Despejas tu mente y estás libre por unos instantes”, recordó Angie, al describir cómo su esposo veía ese deporte.
La última vez que Luis Adriano Sanabria despegó fue el domingo 25 de mayo de este año. Lo que parecía un día cualquiera terminó convertido en una tragedia para su familia. Según relató su esposa, aquella mañana él dudó en salir, pues el día anterior había compartido con su esposa y con su hija de 3 años, y quería quedarse en casa. Sin embargo, una llamada de un amigo lo hizo cambiar de decisión.
“Me dijo: ‘Vengo más tarde, voy un ratico a volar’. Se despidió y se fue”, dijo Angie Moreno sobre la última vez que lo vio con vida.
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Alrededor de las 11:30 de la mañana, el parapentista despegó desde el Piedemonte llanero, luego de ayudar a varios colegas a alzar vuelo. Sanabria, de 58 años, era un piloto experimentado y respetado entre su grupo de deporte. Siempre se caracterizó por ayudar a otros parapentistas a preparar sus equipos y ese día no fue la excepción.
Esa mañana soleada se transformó rápidamente en un cielo gris. Algunos de sus compañeros parapentistas decidieron no volar. Su amigo Guillermo Arias, parapentista y compañero desde hace tres décadas, intentó convencerlo. “Le dije: mire el cielo, no está para volar. Estaba gris y ya se veía venir tormenta”. Pero Luis, confiado en su experiencia, se lanzó.
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A la 1:30 de la tarde, Sanabria era el último parapentista en el aire. Desde tierra, Guillermo Arias intentaba guiarlo con instrucciones por radio para que pudiera descender. Luis empleó maniobras, pero el parapente se agitaba peligrosamente de adelante hacia atrás debido a las fuertes ráfagas de viento. “Siempre que alguien está en una condición así le decimos: no pelee con la brisa, déjese llevar por ella. Eso se llama un vuelo de cola”, recordó Arias, con la voz quebrada.
Luis fue arrastrado hacia Acacías. Minutos más tarde, una familia grabó lo que sería el último video de Sanabria, a las 3:30 de la tarde, volando cerca al río Sardinata. En esas imágenes se observa cómo el parapente queda cubierto por una nube. “Es muy desagradable lo que se siente. Es una desorientación total. Uno no sabe si sube o baja, si va a la derecha o a la izquierda”, explicó Arias.
Esa misma tarde, al no tener noticias sobre él, sus compañeros y familiares reportaron la desaparición. Al operativo de rescate se sumaron más de 400 personas que recorrieron montañas, selvas y ríos. Además, hubo sobrevuelos en helicópteros y drones.
Su esposa Angie Moreno se movió de la zona durante semanas con la incertidumbre y la esperanza de encontrar a Luis con vida. “Yo decía: ‘Otra noche más en que iba a aguantar frío y hambre’. No saber cómo estaba él, se volvió en el pan de cada día... Yo cargaba una muda de ropa en mi bolso para él. En caso de encontrarlo yo decía: ‘Si lo encuentro, lo cambio para que esté calientico’”.
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El terreno se convirtió en un obstáculo casi insuperable: selvas vírgenes, rocas gigantes, serpientes venenosas y noches heladas. Incluso varios rescatistas resultaron heridos tras la búsqueda.
El 19 de junio, luego de 25 días de búsqueda, las autoridades suspendieron oficialmente el operativo. “Siempre nos levantábamos diciendo: ‘Hoy sí lo vamos a encontrar’. Pero llegaban las 3 o 4 de la tarde y empezaba el desespero porque ya uno sabe que a esa hora ya no íbamos a encontrar absolutamente”, contó Angie.
El 4 de agosto, mientras el equipo de Los Informantes preparaba una entrevista para el programa sobre lo ocurrido, Angie recibió la llamada que más esperaba y al mismo tiempo la que más temía: habían hallado un cuerpo en la ribera del río Guamal. Tras el cotejo de huellas dactilares, se confirmó la identidad: se trataba de su esposo.
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El cuerpo estaba desnudo y no había rastro del parapente, la silla ni el radio. Los investigadores creen que Sanabria pudo haberse estrellado, quitado el equipo e intentando llegar al agua, pero las lluvias y la fuerza del río arrastraron su cuerpo. Las radiografías mostraron que tenía múltiples fracturas. El hallazgo abrió nuevos interrogantes.
“Él siempre pensaba en los demás, en la felicidad de los demás más que la de él. Es una persona que la verdad no solo en mí, sino en todas las personas que tuvimos la oportunidad de conocerlo, yo sé que deja un vacío muy grande.”, expresó conmovida su esposa.
Para su familia y allegados aún hay muchas preguntas sin respuesta sobre lo ocurrido. ¿Qué pasó exactamente después de que la nube lo envolvió? ¿Por qué nunca apareció el equipo?
Hoy la familia espera los resultados de la necropsia, mientras que en los próximos días Guillermo Arias liderará una nueva búsqueda en la zona donde fue hallado el cuerpo, con la esperanza de encontrar el parapente y así aclarar las incógnitas que siguen abiertas.
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Su esposa, en cambio, ha decidido quedarse con lo más valioso: los recuerdos y la felicidad que a él le generaba volar. “Él decía: si yo me muero, me muero feliz haciendo este deporte”, concluyó.