Las adicciones son como una aplanadora que acaba con todo: el enfermo se consume y de paso arrasa con el trabajo, la familia, los amigos, los sueños. La vida se limita solo a eso: a consumir. El mundo está en alerta roja por el mal uso de los opioides que ya es una epidemia que solo deja dolor y muerte. Dos médicos y el testimonio de que algunos tienen que morir para volver a vivir.
Un joven estudiante de medicina terminó adicto a los opioides con la tragedia adicional de que como su vida transcurría dentro de un hospital tenía las drogas siempre a la mano. Los opioides lo agarran a uno del cuello y empieza a apretar como una víbora hambrienta hasta que la compulsión y el deseo insaciable de consumir sin parar termine casi siempre en sobredosis, es que solo hay dos caminos o la rehabilitación o la muerte. Dos médicos y un relato, ojalá como antídoto a ese oscuro mundo de las adicciones.
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La adicción como una víbora insaciable empieza a ahorcar y de una forma tan violenta que la persona pierde por completo el control como un joven médico que tocó fondo y casi lo pierde todo. Le vamos a decir José, tiene 30 años, su rostro será un misterio para que nadie lo pueda identificar porque, aunque ya está limpio y no consume sigue su proceso de recuperación y quiere sobre todo regresar a la vida.
En sus ojos se le ve el sufrimiento y también la intención firme de vivir limpio un día a la vez. Sabe que será un adicto hasta el último día porque esta es una enfermedad incurable que empieza lenta silenciosa y muy engañosamente. El caso de José, la muleta que usó para apoyarse en los problemas de todos los días los grandes y los chiquitos fue el trago, primero, pero luego vino todo lo demás. Y esa víbora de la adicción se puso cada día más hambrienta y él cada vez más entregado. José se enganchó sin remedio a los remedios, solo pensaba en conseguir pastillas y esa era su única motivación.
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La dependencia los opioides, el uso de los medicamentos para el dolor mal utilizados es la responsable de la mayoría de las muertes por sobredosis en Estados Unidos y en Colombia también se ha convertido en una tragedia.
José estudiaba medicina y como vivía metido en un hospital tenía ese pequeño beneficio del acceso a los opioides, es que ni los pacientes, los estudios, la novia o la familia pudieron competir con la droga. La adicción era más fuerte que todo. Tocó fondo varias veces, estuvo interno, pero recayó es que cuando salía el diablo siempre lo estaba esperando afuera.
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La gran dificultad es que los opioides como la codeína, la oxicodona o la morfina son necesarios, pero adictivos si se usan mal, algunos es necesario tener fórmula médica, pero hay otros de venta libre y claro, siempre existen las ollas y el mercado negro. José por consumir se estaba consumiendo, estaba acabado pálido ojeroso y muy delgado.