Una cosa fue anunciar el restablecimiento de las relaciones con Venezuela y otra, muy distinta recomponer la casa de la embajada en Caracas. Una mansión de tres pisos, que llevaba siete años cerrada, sin agua y sin luz, con pisos manchados y paredes descoloridas. Eso fue lo encontró el embajador Armando Benedetti cuando llegó a la capital venezolana. La sede diplomática era un cascarón frágil tal y como eran las relaciones entre los dos países. Las aspiraciones y el vaivén de un polémico embajador.
Actualizado: noviembre 20, 2022 09:00 p. m.