La "voz de los sin voz", Óscar Arnulfo Romero (1917-1980) fue elevado hoy a los altares en su natal El Salvador, en un acto de masas en que se resaltó su amor por los pobres y lucha por la justicia.
Romero fue beatificado en una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato, enviado del papa Francisco, quien en febrero pasado aprobó el decreto que reconocía el "martirio" del arzobispo de San Salvador, asesinado por "odio a la fe".
"San Romero de América", como desde hace años llaman a Romero los salvadoreños, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un comando de ultraderecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de cáncer Divina Providencia de San Salvador.
El largo camino de Romero hacia los altares comenzó oficialmente en 1990, y el papa Francisco desbloqueó en 2013 el proceso, estancado desde 1997, cuando el Vaticano aceptó la validez de la causa.
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La beatificación quedó definida este sábado cuando Amato derramó incienso sobre la reliquia del mártir, consistente en la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato, flores y una palma que significa "la victoria de los mártires".
Los devotos no pudieron contener la emoción, y lágrimas, aplausos y gritos inundaron la plaza Salvador del Mundo, a donde cerca de 300.000 personas llegaron desde la madrugada.
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Fieles hondureños, costarricenses, mexicanos, estadounidenses, argentinos, chilenos, panameños, guatemaltecos y nicaragüenses, entre otros, estuvieron presentes en la plaza Salvador del Mundo.
Los vítores dedicados a Romero y las pancartas que exhibieron fragmentos de sus homilías, muy críticas de los poderes que dominaban a El Salvador en su época, se pudieron ver a lo largo del acto religioso, en el que participaron también el postulador de la causa, Vicenzo Paglia, y el arzobispo de San Salvador, Luis Escobar Alas.
Durante el acto de beatificación fue leída, primero en latín y luego en español, una carta enviada por el pontífice a Escobar Alas, en la que el papa Francisco expresó que Romero fue capaz de "ver y oír el sufrimiento de su pueblo", y que su comportamiento fue "un ejercicio pleno de caridad cristiana".
"En ese hermoso país centroamericano, bañado por el océano Pacífico, el Señor concedió a su Iglesia un obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor", dijo el papa en la carta, también difundida hoy por el Vaticano.
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El Santo Padre trasladó a los fieles, a través de su misiva, que "la voz del nuevo beato sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, con vocación de hermanos en torno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división".
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