“Nos quiere matar”, gritó la niña de 11 años al salir a la calle en la madrugada del martes, sin poder salvar a su mamá del hombre que las golpeó en el pasado.
El asesino y su víctima, ambos de nacionalidad rusa, vivían hace varios años en Alicante, España.
Sobre el sujeto de 54 años había una orden de alejamiento de la mujer de 44, que lo denunció por maltratarla no solo a ella, sino también a su pequeña hija.
Ambas habían iniciado una nueva vida hace tres años en Denia.
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El homicida había sido condenado a 28 días de trabajo comunitario por las agresiones que cometió contra su expareja y su hija y tenía orden de permanecer por lo menos a 300 metros de distancia de ellas, además de no tener permitido contactarlas.
Sin embargo, un día antes del crimen compró un cuchillo de carnicero y una escalera, que usó luego para subir al balcón de la casa donde vivía la víctima y entrar así al lugar.
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Medios españoles informaron que el asesino entró al dormitorio de la mujer, donde también estaba la pequeña.
Allí le dijo a la niña que le avisara a la Policía lo que iba a hacer y luego degolló a su víctima.
El ciudadano ruso no huyó y fue arrestado tras el crimen de su expareja.