
Dos candidatos de derecha pasarán a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Bolivia tras encabezar la primera vuelta celebrada el domingo, poniendo fin a dos décadas de gobierno de izquierda, según las primeras proyecciones.
El senador de centro-derecha Rodrigo Paz fue el sorprendente favorito, con más del 31 % de los votos, según proyecciones independientes de las empresas de sondeos Ipsos y Captura basadas en resultados parciales. Le siguió el expresidente de derecha Jorge 'Tuto' Quiroga en segundo lugar con alrededor del 27 %.
El empresario millonario Samuel Doria Medina, quien se esperaba que terminara en primer lugar, quedó en tercer lugar con un porcentaje entre el 19,5 % y el 20,2 %, muy por delante del principal candidato de izquierda, el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez.
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Las elecciones estuvieron dominadas por la peor crisis económica que ha sufrido el país sudamericano en una generación, lo que provocó que los votantes abandonaran en masa a los socialistas en el poder. La inflación anual alcanzó casi el 25 % en julio, en un momento en que el país sufre una grave escasez de combustible y dólares, la moneda en la que la mayoría de los bolivianos mantienen sus ahorros.
Las elecciones ponen fin a 20 años de gobierno socialista, que comenzó en 2005 cuando Evo Morales, un agricultor indígena dedicado al cultivo de coca, fue elegido presidente con un programa radical anticapitalista. "La izquierda nos ha hecho mucho daño. Quiero un cambio para el país", declaró Miriam Escobar, una jubilada de 60 años, a AFP tras votar en La Paz.
"Un día que marcará la historia"
Los principales candidatos de derecha se han comprometido a reformar el modelo económico estatista de Bolivia y sus alianzas internacionales. "Este es un día que marcará la historia de Bolivia", dijo Quiroga tras votar en La Paz. Este se ha comprometido a recortar el gasto público, abrir el país a la inversión extranjera y reforzar los lazos con Estados Unidos, que se deterioraron bajo el combativo Morales, quien renunció en 2019 tras las protestas masivas por el presunto fraude electoral.
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Agustín Quispe, un minero de 51 años, tildó a Quiroga de "dinosaurio" y dijo que apoyaba a Paz, quien hizo campaña con un programa populista de lucha contra la corrupción, reducción de impuestos y "capitalismo para todos".
Terapia de choque
Muchos bolivianos han citado como modelo para su país la terapia de choque aplicada por el presidente Javier Milei para dar un giro a la economía de Bolivia, devastada por la inflación. "Lo que la gente busca ahora, más allá de un cambio de izquierda a derecha, es volver a la estabilidad", declaró a la AFP Daniela Osorio Michel, politóloga boliviana del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales.
Quiroga, que se presenta por cuarta vez a las elecciones presidenciales, ha destacado su experiencia en el Gobierno y en organizaciones multilaterales como cualificación para salvar a Bolivia de la bancarrota. Fue vicepresidente bajo el mandato del exdictador Hugo Banzer y, posteriormente, presidente durante un breve periodo de tiempo cuando Banzer dimitió para luchar contra el cáncer en 2001.
Morales sigue teniendo gran influencia
Morales, a quien se le prohibió postularse para un cuarto mandato, ha proyectado una larga sombra sobre la campaña. El político de 65 años pidió a sus seguidores indígenas rurales que invalidaran sus votos por su exclusión y amenazó con protestas masivas si la derecha volvía al poder.
Bolivia disfrutó de más de una década de fuerte crecimiento y mejora de la situación de los indígenas bajo el mandato de Morales, quien nacionalizó el sector del gas e invirtió los ingresos en programas sociales que redujeron a la mitad la pobreza extrema. Sin embargo, la falta de inversión en exploración ha provocado una caída de los ingresos por gas, que pasaron de un máximo de 6100 millones de dólares en 2013 a 1600 millones el año pasado.
Con el otro recurso importante del país, el litio, aún bajo tierra, el Gobierno se ha quedado casi sin las divisas necesarias para importar combustible, trigo y otros productos básicos.
AFP