Algunos no solo se alimentan de estos desperdicios, también los venden a otras familias afectadas por la crisis en ese país.
“No tenemos cómo comprar una pasta, entonces tenemos que buscar otra manera”, afirma uno de los jóvenes venezolanos que todos los días persigue al camión de la basura, en el municipio de Chacao.
Reconocen, sin embargo, que algunos se están enfrentando por controlar las zonas donde los desperdicios son mejores.
Entretanto, Nicolás Maduro insistió en que no existe ninguna crisis humanitaria en su país.
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Según el FMI, la inflación en Venezuela llegará a 2.350% en 2018.
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