El papa Francisco puso este miércoles al pueblo latinoamericano bajo la protección de la Virgen de Aparecida, la patrona de Brasil, exhortó a los fieles a no perder la esperanza y afirmó que aunque el "diablo, el mal, existe, no es el más fuerte, el más fuerte es Dios".
El obispo de Roma también pidió a los padres y educadores que transmitan a los jóvenes los valores que les hagan artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno.
Francisco hizo estas manifestaciones en la misa que ofició en una mañana fría y lluviosa en el santuario mariano de Nuestra Señora de Aparecida, a 245 kilómetros de Río de Janeiro.
Francisco viajó a Aparecida para postrarse a los pies de la virgen negra, pedirle por el éxito de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud y poner al pueblo latinoamericano bajo su protección.
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"Hoy, en vista de la Jornada Mundial de la Juventud que me ha traído a Brasil, también yo vengo a llamar a la puerta de la casa de María -que amó a Jesús y lo educó- para que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, a transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno", afirmó.
Francisco agregó que para ello es necesario que los hombres "mantengan la esperanza, se dejen sorprender por Dios y vivan con alegría".
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Sobre mantener la esperanza, señaló que aunque en la vida se presentan muchas dificultades, "Dios nunca deja que nos hundamos", y aseguró que aunque "el diablo, el mal, existe, no es el más fuerte. El más fuerte es Dios y Dios es nuestra esperanza".
Señaló que hoy día los jóvenes sienten la sugestión de tantos ídolos "que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza, como son el dinero, el éxito, el poder, el placer" y que ello se debe a la sensación de soledad y vacío que sufren "y que les lleva a la búsqueda de compensaciones de estos ídolos pasajeros".
El papa exhortó a los adultos a ayudarles a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor.
"Son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad. Ellos no sólo necesitan cosas. Necesitan sobre todo que se les propongan esos valores inmateriales", aseguró.
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El papa argentino pidió a los fieles vivir con alegría, "ya que un cristiano es alegre, nunca triste y no puede ser pesimista, no puede tener el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo".
"Si estamos verdaderamente enamorados de Cristo y sentimos cuánto nos ama, nuestro corazón se inflamará de tanta alegría que contagiará a cuantos viven a nuestro alrededor. Como decía Benedicto XVI, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro", manifestó.
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Así mismo, y hablando español, el papa Francisco anunció que volverá a este santuario en 2017, año en el que se cumple el 300 aniversario de la aparición de la patrona de Brasil, Nuestra Señora de Aparecida.
Al comienzo de la misa, el cardenal arzobispo de Aparecida y presidente de los obispos brasileños, Raymundo Damasceno Assis, agradeció la presencia del papa y dijo que visitando el santuario nacional visita simbólicamente todo el país.
El purpurado donó al papa una imagen de la Virgen, que Francisco besó. El Pontífice correspondió con un cáliz.
El papa Francisco llegó al santuario de Aparecida, a 245 kilómetros de Río de Janeiro, segunda etapa de su visita a Brasil, donde se postró a los pies de la patrona brasileña, puso al pueblo latinoamericano bajo su protección y oficia una misa ante unas 200.000 personas.
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Francisco tenía previsto viajar desde Río de Janeiro a Aparecida en helicóptero, pero debido al mal tiempo reinante en la zona lo hizo en un avión que aterrizó en el aeropuerto de San José dos Campos, a unos 80 kilómetros de Aparecida y desde allí se trasladó en helicóptero hasta el santuario mariano.
El obispo de Roma fue recibido por el cardenal Raymundo Damasceno Assis, con quien se trasladó en el papamóvil cubierto con un cristal transparente para cubrirle de la lluvia hasta el santuario, donde se venera a la Virgen que le da el nombre.
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En el santuario más visitado de Brasil, con casi 12 millones de fieles anuales, Francisco fue acogido con cánticos, vivas, aplausos por los fieles, que desde la pasada noche desafían la lluvia y el frío para ver al primer papa latinoamericano.
Francisco no dudó en detener el papamóvil para estrechar las manos de los fieles y besar a los niños presentes. Una vez en el templo, se dirigió a la Capilla de los Doce Apóstoles, donde está expuesta la imagen de Nuestra Señora de Aparecida, ante la que se postró y oró durante unos minutos.
"En vuestras manos pongo mi vida", afirmó el Papa, emocionado, en la plegaria que dedicó a la Virgen, en la que también puso bajo su protección a los jóvenes.
"¡Cuanta fuerza, cuanta vida, cuanto dinamismo brotando, al servicio de la vida!", añadió.
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Después ofició la misa, la primera eucaristía pública desde su llegada a Río de Janeiro el pasado día 22.
La Virgen de Aparecida apenas mide 40 centímetros de altura y pesa 4 kilos. Fue hallada el 12 de octubre de 1717 en el río Paraíba por tres pescadores que habían sido enviados al lugar a pescar por el entonces gobernador de Sao Paulo y Minas Gerais, Pedro de Almeida.
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La imagen es negra. Según los estudiosos debido al fango del río y al humo de las velas, pero según la tradición la Virgen es negra "porque quiere estar al lado de los oprimidos, de los pobres y de los excluidos, especialmente el pueblo negro en la historia de aquellos años de Brasil".
Unas 200.000 personas se estiman que han acudido a la pequeña localidad, de unos 35.000 habitantes, para acompañar al papa.
Miles de ellos pasaron la noche desafiando el frío reinante. Un ola de frío azota estos días Brasil, especialmente la zona meridional, y según el servicio de meteorología, la temperatura máxima prevista en la pequeña localidad para hoy no superará los 12 grados.
La basílica, la más grande de Brasil, tiene capacidad para 30.000 personas, aunque sólo han podido entrar 15.000. El resto seguirá la misa desde la explanada del santuario. Tras la misa, el papa saludó desde el balcón a los fieles.
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El papa Bergoglio regresará por la tarde a Río y visitará un hospital de San Francisco de Asís de la Providencia, dedicado a la recuperación de jóvenes drogadictos y alcohólicos.
Francisco es el tercer papa que visita Aparecida. En 1980 lo hizo Juan Pablo II y en 207 Benedicto XVI, que inauguró la V Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM).
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A esa asamblea asistió el por entonces arzobispo de Buenos Aires, el hoy papa Francisco, que redactó el Documento de Aparecida, que marcó las líneas a seguir por la Iglesia latinoamericana para encarar el siglo XXI y la nueva evangelización.