Morsi, el primer presidente electo democráticamente en la tierra de los faraones, fue elegido en 2012 tras el derrocamiento de Hosni Mubarak, quien se mantuvo en el poder por 30 años.
El presidente islamista, que surgió de las filas de Los Hermanos Musulmanes, gobernó un año, tiempo durante el cual se alejó de sectores claves de la sociedad y de las instituciones. Los cambios en la Constitución y los poderes especiales que se otorgó, a través de un Congreso dominado por sus aliados, exacerbaron los ánimos de sus opositores políticos y de la población, que se lanzó a las calles nuevamente a protestar.
Frente a la presión popular, millones salieron a pedir su renuncia, el jefe de las Fuerzas Armadas, general Abdul Fatth al Sisi, anunció que el 3 de julio que suspendía la Constitución y nombró al jefe de la Corte Constitucional Suprema, Adly Mansour, como presidente interino hasta que se convoquen elecciones.
Esto, sin embargo, creó otra compleja situación por los enfrentamientos en las calles entre los seguidores del derrocado presidente y las fuerzas de seguridad egipcias.
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Se calcula que unas 1.000 personas murieron en el enfrentamiento.
En noviembre de 2013, Morsi fue a juicio por incitar a la violencia y el asesinato, pero este fue aplazado hasta enero de 2014.
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