El hallazgo de 12 nuevas víctimas eleva a 48 el número de muertos que por ahora ha dejado la erupción del monte Ontake (centro de Japón), según informaron las autoridades niponas, lo que constituye la mayor tragedia provocada por un volcán en este país desde 1926.
Los servicios de rescate continuaron esta jornada con la búsqueda de cuerpos entre rocas y cenizas, una tarea dificultada por la baja visibilidad y por el riesgo de que se produzca una nueva erupción, desprendimientos o emisiones de gases tóxicos.
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Un millar de policías, bomberos y miembros de las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) empezaron a primera hora de la mañana a inspeccionar la cara sur de la cima del volcán, una zona a la que hasta ahora no habían podido acceder, y donde hallaron una docena de nuevos cuerpos.
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Estas víctimas se suman a las otras 36 encontradas entre el fin de semana y el lunes, y elevan el recuento momentáneo de fallecidos a 48, según los datos confirmados por el Gobierno de la prefectura de Nagano.
No obstante, las autoridades locales admiten que la cifra final de víctimas podría ser mayor, ya que se desconoce el número total de senderistas que se encontraban en las cercanías del volcán cuando comenzó la erupción.
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El Ontake, el segundo mayor volcán de Japón con 3.067 metros de altura y ubicado a unos 100 kilómetros de la ciudad de Nagoya, entró en erupción el pasado sábado y cogió desprevenidos a centenares de montañeros mientras transitaban por las rutas que van desde la base hasta la misma cima de este popular destino de senderismo.
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La mayoría de ellos pudieron abandonar el lugar por su propio pie o fueron evacuados, los últimos en la mañana del domingo con la ayuda de helicópteros de las Fuerzas de Autodefensa niponas.
El suceso también ha ocasionado hasta el momento 69 heridos de diversa consideración, la mayoría de ellos por golpes, fracturas y quemaduras.
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La erupción volcánica lanzó rocas de hasta 50 centímetros de diámetro, que volaron en un radio de 500 metros en torno a la cima y a una velocidad de más de 300 kilómetros por hora, según dijo el experto del centro nacional de Prevención de Erupción y Terremotos, Takayuki Kaneko, en declaraciones a la cadena NHK.
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"Comenzaron a caer piedras en todas las direcciones y empezó a oler a azufre", declaró al mismo medio uno de los supervivientes que se encontraba en la cima en el momento de la catástrofe natural, de la que salió con heridas leves gracias a que logró refugiarse bajo una roca de gran tamaño.
Las autoridades niponas no han revelado por ahora la identidad de la mayoría de las víctimas, de quienes sólo han trascendido algunos detalles como la edad o la procedencia.
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En cualquier caso, la erupción del Ontake es ya la que más pérdidas humanas ha provocado en Japón desde 1926, cuando hubo 144 muertos y unos 210 heridos por las emanaciones de lava, desprendimientos y avalanchas del monte Tokachi, en la prefectura de Hokkaido (norte).
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Mientras prosigue la búsqueda de víctimas, continúa la polémica sobre la posibilidad de que podría haberse evitado la tragedia, alimentada por algunas voces que critican al Gobierno y a la Agencia Meteorológica nipona por no haber tomado más medidas de prevención.
La ministra de Estado para la gestión de desastres, Eriko Yamatani, manifestó el lunes que el Ejecutivo estudiará la posibilidad de aumentar la vigilancia de la actividad volcánica para intentar prever las erupciones con más precisión.
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El Ontake es uno de los 47 volcanes activos del país que son sometidos a un estrecho seguimiento por la Agencia Meteorológica Nipona (JMA), debido a su actividad volcánica y a su ubicación cerca de núcleos de población.
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Japón está situado en el anillo de fuego del Pacífico y cuenta en su territorio con 110 volcanes activos, según la definición de la JMA, que considera "activo" a todo volcán que "haya entrado en erupción en los últimos 10.000 años o donde se hayan registrado fumarolas recientemente".