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Aunque para muchos la falta de aliento puede atribuirse al cansancio o al ritmo acelerado de la vida, para Sophie Zenonos fue la primera señal de un camino médico que avanzó con lentitud y que, según relató, la llevó a recibir dos diagnósticos tardíos de cáncer.
La joven, entonces de 28 años y residente en Essex, en el Reino Unido, supo que algo no andaba bien cuando ya no pudo subir parte de las escaleras sin detenerse a recuperar el aire. Pese a ello, sus síntomas fueron atribuidos inicialmente a infecciones comunes y tratados con antibióticos durante meses.
“Me sorprendió que fuera algo tan grave y que hubiera tardado tanto en llegar a este punto”, expresó al recordar el momento en que finalmente recibió la primera confirmación médica. Su historia fue revelada por el medio británico The Sun.
Según explicó la joven, llevaba un estilo de vida activo. Solía ejercitarse varias veces por semana y, hasta finales de 2019, no enfrentaba problemas de salud significativos. Pero con el tiempo, comenzó a experimentar fatiga, tos constante y dificultades respiratorias. “No podía subir un tramo de escaleras sin tener que detenerme y tomarme un minuto, lo que para alguien que iba al gimnasio varias veces por semana es bastante inusual”, relató.
Debido a estos síntomas, acudió a su médico de cabecera en octubre de 2019 y luego a urgencias en dos ocasiones. Sin embargo, en cada visita, aseguró que recibió diagnósticos similares y tratamientos repetidos. “Me daban largas constantemente, por lo que al final tardé unos nueve meses en recibir el diagnóstico real”.
Durante ese periodo, médicos le prescribieron antibióticos tres veces bajo la hipótesis de que sufría una infección en el pecho. Pero los síntomas no desaparecieron. A comienzos de 2020, la intensidad de la tos llegó a tal punto que Sophie terminó en urgencias nuevamente tras un episodio en el que, según contó, su piel llegó a tornarse azul. "Mi madre me dijo 'tenemos que solucionar esto ya'".
Al llegar al centro médico, le ordenaron una radiografía de tórax, la cual permitió finalmente identificar la causa: un tumor de 15 por 10 centímetros alojado en su pecho. Fue entonces cuando recibió el diagnóstico definitivo: linfoma no Hodgkin en etapa cuatro. Según explicó la Sociedad Americana del Cáncer, este es un tipo de cáncer que comienza en los glóbulos blancos llamados linfocitos, que forman parte del sistema inmunitario del cuerpo.
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“Todo pasó de cero a cien después de eso”, explicó. En pocos días fue remitida de su hospital local a un centro especializado en Londres debido a la gravedad del caso y a su corta edad. El impacto emocional no fue menor. Sophie afirmó que además del alivio por conocer la verdad, sintió una mezcla profunda de frustración y enojo: “Me diagnosticaron muy tarde y ahora mi calidad de vida no es la mejor”.
Entre junio y diciembre de 2020, se sometió a seis ciclos de quimioterapia y 20 sesiones de radioterapia. El tratamiento funcionó y, en mayo de 2021, los médicos le anunciaron que estaba libre del cáncer de sangre.
Pero la tranquilidad para esta joven duró poco, pues a finales de 2023, y tras notar que tenía una inflamación persistente en los ganglios del cuello, recibió una nueva evaluación médica. Sophie pensó inicialmente que podía tratarse de un resfriado o cansancio, pero las pruebas revelaron otra realidad. “Me hicieron una biopsia y me dijeron allí mismo que no parecía un linfoma, sino un cáncer de tiroides”.
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En febrero de 2024, se sometió a una cirugía para extirpar la glándula tiroides y los ganglios linfáticos afectados. No obstante, el tratamiento no logró eliminar por completo las células cancerosas: “Los ganglios linfáticos todavía están cancerosos porque el tratamiento no los eliminó por completo (...) así que por el momento lo están tratando como estable y los médicos están trabajando cuáles son los próximos pasos”, aseguró.
Hoy, tras enfrentar dos diagnósticos tardíos y convivir con las secuelas de ambos procesos, Sophie compartió un mensaje insistente que repitió como un aprendizaje personal, la importancia de confiar en las señales del cuerpo. “Estoy tan en sintonía con mi cuerpo ahora que sé cuando cualquier pequeña cosa es diferente o cuando algo cambia”, explicó.
Por eso, invitó a otras personas, especialmente jóvenes que suelen ser catalogadas como sanas, a no minimizar sus preocupaciones: “Si tienes el presentimiento de que algo podría estar mal, debes buscar una segunda opinión y perseverar”.
Para Sophie, la detección temprana no solo puede marcar la diferencia entre un tratamiento sencillo o complejo: puede ser la línea que define la supervivencia. “Cuanto antes se diagnostique, mejor será el resultado”, afirmó.
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HEIDY ALEJANDRA CARREÑO BELTRAN
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