En 2018, Luisa Valentina Calderón se enfrentaba a su mayor hazaña y a la vez a su mayor temor: comenzar una nueva vida lejos de casa.
Viajar a Rusia fue el inicio de un sueño académico que logró con esfuerzos que le costaron varios meses de adaptación.
“Al principio fue difícil porque uno está acostumbrado a que en su casa tiene su familia, tiene sus amigos, está con su gente, su cultura; acá todo es muy diferente, aquí la gente es más alejada, más fría”, reconoce.
El coraje que acumuló como un ahorro a futuro le tocó invertirlo en fuerza física cuando su cuerpo enfermó.
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“A finales de septiembre empecé con unos dolores en el estómago y empecé con una hemorragia uterina. El día 5 de octubre fui al hospital por urgencias, por primera vez, y ese día a mí me iban a ingresar, pero al final no lo hicieron porque yo tenía temperatura de 38 grados”, cuenta Luisa.
Luego, relata, le dijeron que posiblemente tenía leucemia y, para completar, se había contagiado con COVID-19.
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“Han sido momentos muy complicados porque que le digan que su hija se puede morir, tiene cáncer en la sangre, no es nada bonito”, dice Sandra Melo, mamá de Luisa y quien vive en Bogotá.
Ahora Luisa necesita un tratamiento urgente, y aunque en Bélgorod la han atendido, su seguro médico no lo cubre todo y el traslado en un avión ambulancia hasta Colombia le cuesta 700 millones de pesos.
“Mi mayor sueño en este momento es regresar a mi casa con mi familia, eso es lo que más quiero”, afirma Luisa.
Ella y su familia le piden al gobierno nacional que la ayuden a regresar a Bogotá para iniciar un tratamiento que le salve la vida.
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