La mujer de 22 años dijo que escuchó algunas voces que le decían que era “mala madre”. El pequeño tenía semanas de nacido.
Hannah Turtle, una mujer de Gales, confesó el macabro hecho en el que le quitó la vida a James, su hijo de 58 días de nacido.
El primer indicio de que quería atentar contra el bebé fue a través de un biberón con medicamentos antidepresivos que le habían sido suministrados a ella.
En tres ocasiones intentó asfixiar al bebé pellizcando su nariz para que muriera asfixiado.
La primera vez que lo hizo, el 31 de mayo de 2016, el bebé se puso morado por falta de oxígeno y fue asistido por paramédicos que lo estabilizaron y le dieron de alta.
Nuevamente el 3 de junio la mujer intentó un ataque similar. Llamaron a los médicos, quienes le prestaron los primeros auxilios para devolverle los signos vitales. Otra vez le dieron de alta, pero no sospechaban que era Turtle quien le infligía el daño.
Y el tercer intento fue el último. Tres días después de que le salvaran la vida a James, la joven asfixió al bebé. Se sentó a su lado para cerciorarse de que había muerto y salió hacia el baño, así podía fingir sorpresa al regresa y ver el cuerpo sin vida.
Durante el juicio, donde la mujer confesó, se conoció que había sufrido de depresión posparto y reconoció que “necesita ayuda”.
Si bien no tenía ninguna enfermedad mental, se acordó que padecía un trastorno de la personalidad, consigna el Daily Mail.
El jurado pedirá cadena perpetua para Hannah Turtle.
Updated: febrero 21, 2018 11:29 a. m.